miércoles, 9 de junio de 2010

REVISTA LOBBY

ESTA SEMANA
AÑO XXII.10 al 16 de junio, 2010

LA NOTA DE LA SEMANA: Goooool
LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR: Ox
LOS APUNTES GASTRONÓMICOS DE LOBBY: Los Vikingos
LOS CONDUMIOS DE DON EXE: A Iquique los boletos
NOVEDADES: Viña Tamaya lanza su gran pisco 2006,
BUENOS PALADARES: Las críticas gastronómicas de la semana

LA NOTA DE LA SEMANA

GOOOOOOL !!!

Parte el mundial de futbol y se inicia una incógnita para los empresarios gastronómicos de nuestro país. ¿Habrá una merma de clientes durante este mes de goles y de centrodelanteros? A decir verdad, no lo creemos. Para ser sinceros, la pasión de multitudes no será una gran dificultad para los que día a día están llenando nuestros restaurantes. Posiblemente la hora en que se verán los encuentros donde nuestro país esta involucrado escapa de los horarios peak de los restaurantes. El primero es casi de amanecida: cero problema; el segundo a media mañana, lo que tampoco altera el normal funcionamiento de los restaurantes y el tercero justo a la hora de almuerzo. ¿Un día de baja de público? Eso es la nada.

Sinceramente debemos tenerle mas respeto a los desastres de la naturaleza o a un fin de semana largo antes que a un mundial de fútbol. Que hay fanáticos, entre ellos quizá usted, los hay. Pero pasados los horarios de transmisión todo regresa a la normalidad. En eso nos estamos transformando en un país más culto. Si Chile gana, maravilloso: si pierde, mala suerte y la vida continua Viviremos, es cierto, un mes con la vista puesta en Sudáfrica, pero para saborear un triunfo o llorar una derrota están los restaurantes. Pese a todos los comentarios, Chile no se paralizará durante este mes. Tres o cinco partidos a lo más. El resto, canto de sirenas.

Apróntese. Es posible que éste sea el mejor mes del año para su negocio. Y sin ser mago ni agorero, creemos que el mundial será una bendición para la hotelería y gastronomía nacional. Si nos equivocamos, rétennos. Si acertamos, alábennos. Llevamos tanto tiempo en esto de la gastronomía, que pocas veces erramos en nuestras predicciones.

LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR


OX
(O cómo el vino puede ser pretexto para comer buenas carnes)

Me reciben con espumoso Extra Brut de Finca Flichman mientras en el Ox, la parrilla top de Nueva Costanera, varios sommeliers esperan a los invitados, casi todos propietarios de restaurantes que conocerían las bondades de la viña Chateau Los Boldos, adquirida hace un par de años por el grupo portugués Sogrape. La idea era probar (catar) sus nuevas cosechas y presentar su nuevo vino Amalia, una mezcla de syrah, cabernet sauvignon y carménère.

Pero había una segunda intención en esta visita. Refocilarse con las carnes premium que siempre entrega el Ox. Daniel Galaz, su chef y nunca destacado en la crónica gastronómica, maneja las riendas de un restaurante que sí llena páginas de comentarios. Una paradoja similar a la del vino y de la carne. ¿Quién sería la estrella esa noche?

Un Merlot Grand Reserve 2009 en alianza con un perfecto trozo de entraña y un cabernet sauvignon Vieilles Vignes 2008 con un recordado asado de tira acompañado de papas fritas trufadas. Puntos de cocción, sabor, ternura y temperatura ideales gracias a la buena predisposición de la parrilla (por un lado) y del servicio (por el otro). Y eso debe agradecerse.

Una punta paleta de wagyu con arroz jazmín y jugo de su carne fue el pretexto para armonizarlo con un Gran Cru 2008 de Los Boldos. ¡Esto no se hace!, decían algunos invitados cuando sopeaban los restos del jugo de carne. Una tentación que al final todos cumplimos como un ritual casi mágico.

Pero aun faltaba lo mejor. ¿Existirá algo mejor? Bueno, en este caso si: un par de ma-ra-vi-llo-sas chuletitas de cordero magallánico y un mix de verdes para presentar la estrella de la noche. Amalia 2008, la última apuesta tinta de este grupo. (No confundir Amalia con Amelia… ese es otro cuento). Las chuletas estaban realmente supremas y dignas de una cena de lujo. Obra de la naturaleza y del chef. Realmente superlativas.

Oporto Tawny Ferreira (de propiedad del grupo controlador de la viña) para un muffin de dos chocolates que pasó al olvido. Las carnes estaban tan requetecontra buenas que nada podía superar esta experiencia.

En resumen: fui por vinos y quedé enamorado de las carnes. En este caso en particular, sus cortes estaban predestinados a ser lo mejor de la noche. Un aplauso para el Ox, que al igual que sus carnes, madura día a día su propuesta. Y un aplauso para Los Boldos, que nos brindó la posibilidad de contagiarnos nuevamente con las carnes que entrega este restaurante. Ambos, en cierta medida, fueron cómplices de una selecta jornada que no se olvidará fácilmente (Juantonio Eymin)

OX: Nueva Costanera 3960, Vitacura, fono 799 0260

LOS APUNTES GASTRONÓMICOS DE LOBBY




LOS VIKINGOS
¿Qué se siente cenar en un calabozo?

No sé si Marcos Rulli, propietario de varios restaurantes en la calle Cumming del centro de Santiago es un empresario gastronómico o un eximio coleccionista. Bueno. Pareciera ser una mezcla de ambas cosas ya que a su famoso Ocean Pacific’s lleno de vericuetos con antigüedades (y otras no tanto) que emergen de todos los rincones del lugar, hace un tiempo terminó la remodelación de otro local cercano y parecido: Los Vikingos, esta vez una mezcla de pieles, cascos, celdas y toda una temática destinada a entretener por la vista a los clientes. A decir verdad, solo conociéndolo se podrá hacer una idea más acertada del lugar. Por mientras, les explico de qué se trata.

Me recibe un vikingo chilensis. Francisco Wallace, como dice llamarse, que vestido a la usanza vikinga me traslada a mi mesa predispuesta para la ocasión. Una mezcla de colores y formas que me sorprenden. Calaveras por doquier, cascos antiguos, espadas, celdas – comedores, pieles, luces multicolores. Todo elaborado y fabricado para el local. Desde mesas y sillas hasta baños – cárcel, donde no faltan los grilletes. El lugar es grande y entretenido y cada metro cuadrado tiene detalles imborrables. Pida que le muestren los baños y ojala le exhiban el del otro sexo ya que son una verdadera oda a lo kitsch y a la genialidad del dueño del lugar que busquilla, hasta elaboró los platos base del local con latas de bebidas fundidas en arena logrando simular vajilla antigua.

¿La carta? Una mezcla de platos con algún interés del chef Nazario Donoso por las carnes de caza. Ciervo, jabalí, pato, conejo y avestruz entre sus preferidas. Platos gigantescos donde priman las salsas elaboradas con vino. También el chef juega con las entradas como crepes de camarones flambeados al cognac con salsa de ostras, o blandos locos en todas sus formas. En sí, la cocina está más adecuada a la base francesa que acostumbrabamos comer hace tres décadas y que aun sigue gustando a un buen porcentaje de la población. Los vinos, tradicionales y en justa medida para una carta algo chapada a la antigua. Gran trozo y perfecta cocción para un lomo vetado de 400 gramos de carne blanda y jugosa acompañada con las típicas papas fritas cortadas en bastoncitos más grandes que lo normal y de buena fritura. La cocina del lugar, que conocí al final de mi visita, alba y reluciente. Como pabellón quirúrgico. Definitivamente Rulli apuesta a que ningún cliente, entre ellos muchos extranjeros, se exponga en su local.

Y también tiene caballitos de batalla con los que llena este amplio establecimiento casi todas las noches del año: parrilladas (14.900), pollo al cognac (12.000), curanto (12.000) y paella (12.000), porciones para dos, pero por su volumen, comen tres aguerridos comensales.

Torta de moka y de merengue – frambuesa, más una torta helada de lúcuma en los postres. Como se ve, nada altera un menú de los años 80. Esa comida amplia y generosa donde aun no ingresaba el concepto de nouvelle cuisine ni los actuales cocineros.

Los viernes en la noche reciben a los clientes con un show ad hoc a la temática del restaurante. A decir verdad entretiene y es un panorama imperdible en un Santiago opaco y poco histriónico. Trasládese a ese lugar como si fuese un turista que está buscando experiencias para contarles a sus amigos y familiares. Ah, y no olvide llevar su cámara para inmortalizar el lugar. Créamelo. No se arrepentirá. Si escoge bien la comida, también saldrá satisfecho de esta experiencia. Lo único claro: si no le agrada la canela en el pisco sour, pida que no le espolvoreen esta especia, por muy peruano que sea el sour. El resto… una buena aventura. (Juantonio Eymin)

Los Vikingos: Av. Ricardo Cumming 174, fono 770 0339 (Estacionamiento privado en Agustinas 2251)