miércoles, 22 de diciembre de 2010

REVISTA LOBBY

ESTA SEMANA
AÑO XXII, 23 al 29 de diciembre, 2010

LA NOTA DE LA SEMANA: La Navidad de los demás
LOS CONDUMIOS DE DON EXE: Mathy, Mathy… ¿Qué he hecho para merecer esto?

NOVEDADES: La experiencia de viajar
BUENOS PALADARES: Las críticas gastronómicas de la semana

LA NOTA DE LA SEMANA

LA NAVIDAD DE LOS DEMÁS

Vivimos un mundo evolucionado, conmocionado y revolucionado. La sociedad moderna nos ha llevado a que Cristo, la figura de nuestra Navidad, pase a segundo plano y sea sólo excusa para unas fiestas de gran boato y de regalos asombrosos. Ya nos acostumbramos a ello y ciertamente hemos dejado de lado el sentido cristiano de esta fecha.

Estamos “en otra”, como dice nuestra juventud, que aun limpia de deberes y de compromisos, se atreven a comprometerse con valores que los mayores ya olvidamos. Y olvidamos a nuestros mendigos. Esos que cada día nos acercan las manos para recibir una moneda, del tamaño que sea.

Y una reflexión: el mendigo no es un ladrón ni un estafador. Es un ser humano que le fue mal en la vida y que debe practicar la vergüenza de pedir limosna para sobrevivir. Es cierto que hay falsos mendigos que se aprovechan de las circunstancias para hacerse algo de dinero. Pero nuestro comentario va por otra parte. Al mendigo que nadie le dio la oportunidad de crecer y honesto que es, prefirió la calle al delito.

Ese mendigo lo vemos a diario. Muchas veces cerca de la casa o de la oficina. Nada pide, sólo estira la mano y sigue siendo intachable en su proceder. Como un perro fiel, no se enoja si no lo miran y agradece lo que sea. A veces, dos palabras…

Detrás de cada mendigo hay una tragedia. Hay abandono y malos tratos. De los muchos que duermen en las calles de nuestro casi desarrollado país (como dicen las autoridades), pocos o ninguno aspira a ser algo más. No son una lacra, son seres abandonados por la sociedad.

Ahí debería estar nuestro espíritu navideño. El mendigo es una imagen ya que nuestro mundo convive con muchos de ellos. Algunos piden dinero, otros una palabra de aliento y otros un cordial saludo. Por otra parte, muchos mendigamos en ciertas oportunidades de la vida ya que nadie nos ha dado el don de ser perfectos. En estas pascuas acerquémonos a quienes creamos que están faltos de dinero, amor, cariño, afecto o comprensión. La pobreza no es algo repelente ya todos somos pobres o carentes de algo. Y hay algo muy cierto: la felicidad no se compra con dinero.

Vamos entonces a una Navidad distinta que se oculta bajo plasmas, cuatro por cuatro, tablets, I Pods y todo un ingenio del post-modernismo. Vamos por lo lógico, por intentar hacer felices a los demás. Y no con regalos ni dádivas. Con un tan sólo una sonrisa verdadera y un “te aprecio porque eres de carne y hueso igual que yo”, es posible que logremos un mundo mejor.

Feliz Navidad.

LOS CONDUMIOS DE DON EXE

MATHY… MATHY…
¿Qué he hecho para merecer esto?

Heme aquí en espera de unos calcetines verdes y un par de hawaianas que nunca he podido usar ya que los dedos de mis pies poco responden a sujetar una suela con un pedazo de goma entre el dedo gordo y el que le sigue. Pero regalos hay que hacer para Navidad y mi linda Mathy se ha encargado de ello. Bueno, ella es feligresa del Parque Arauco y hace unos días me pidió la lista de los regalos que debía comprar… y el billete correspondiente.

Comencé a anotar los nombres de mis nietos. Mis hijos, prolíficos para la época, ya me tienen con siete nietos a estas alturas de mi vida. Yo siempre los incentivé para que usaran forrito, pero parece que desoyeron mis consejos y se han dedicado a procrear como si el mundo se fuera a acabar el 2012, como dicen los mayas. – Tu me acompañas - sentenció Mathy. -Yo compro pero tú vas a mi lado, corrigió.

No era cosa fácil. Odio los malls y todo lo que lo rodea. Ella ufana y yo taimado. No soporto perder el tiempo en trivialidades, pero ella insistió que la acompañara. Lo bueno: las lolitas con shorts y pechuguitas al aire que renovaron mi libido. Lo malo, negocios llenos donde nadie te atiende y pierdes tiempo.

- ¡Aquí no atiende nadie, Exe! ¿Qué hago para que me den pelota?
- Me extraña Mathy. ¿Quieres que nos atiendan en medio minuto?
- Si lo logras, te autorizo para que te vayas a tomar un trago y me esperes afuera, dijo escéptica.
- ¡Manos a la obra! Le comenté, y como estábamos en un perchero con cientos de poleritas, comencé a sacar un gancho, mirar la prenda y botarla al suelo. Agarro otra prenda, la miro y la boto, tomo otra y boto, a la sexta prenda se acerca una vendedora.
- ¿Necesita algo el señor?
- La señora quiere comprar, le dije. Yo voy por un campari.

La pobrecita comenzó a recoger las pilchas que estaban regadas en el suelo mientras yo miraba a Mathy y con los ojos le decía que me había ganado el premio. – Será, me dijo. Te lo ganaste, pero antes una pregunta -¿Dónde aprendiste tanta maña?

- ¡La vida, querida Mathy, la vida!

Prácticamente arranqué del mall. O sea de su interior. Afuera hacía calor pero intuí que los merenderos que existían en las afueras tendrían aire acondicionado. Era temprano aun pero ya los comederos del mall estaban repletos de clientes. Como eran tantos, me fui por el azar: ene, tene, tu, cape, nane, nu… y la suerte escogió el Vendetta. Ese ambigú sería mi asilo durante algunas horas.

- ¿Cuántos son?, me pregunta una linda chica (con mejores pechugas) que oficia de anfitriona.
- Uno, por el momento. Luego seremos dos.

La vi retirarse no con buena cara ya que las mesas eran para cuatro y no quería separarlas. La vi consultar un computador y comentarle algo al camarero que estaba tras la barra. Regresa al par de minutos y me dice que la siga. Efectivamente habían abierto una mesa en el altillo del boliche. -¿Que se le ofrece al señor?

Miré sus protuberancias y pensé en algo que no era lo adecuado.

- ¿Cómo hacen el Bloody Mary, preciosura?
- ¡Excelente!, contesta. ¿Lo quiere con tabasco y Worcester?
- Con todo, cosita. Y con una buena porción de vodka, lógico.
- En un momento, señor

Pensé que la ricura llegaría con mi cóctel, pero llegó un mozo con él. Preguntó si quería algo para el mastique pero preferí esperar a mi Mathy. No tardaría tanto ya que es rápida para comprar.

Y así fue. Me llama y le cuento dónde estoy. Al par de minutos aparece llena de bolsas y asorochada por el calor. – Consígueme una mineral, por favor, vengo mas seca que cañería de pirámide.

- Me debes plata Exe.
- ¿Por?
- Es que me calenté y compré el regalo que tú me harás.
- ¿Cómo es eso?
- Cierto, Ese. Tú habrías llegado con un pañuelito para el cuello.
- ¿Y? ¿No te gustan?
- Tengo siete querido, y no ocupo ninguno. En cambio en la vitrina de Gacel encontré unos zapatos de todo mi gusto.

Ella comía pizza y una copa de rosé. Yo, pizza y otro Bloody Mary. Se me acabó el apetito cuando me contó que los zapatitos no eran chinos… sino ingleses.

- ¿Cuánto? Pregunté serio.
- ¡Menos de lo que valgo!, dice con propiedad. -Pero no te preocupes, los compré con tarjeta.

¡Como si una tarjeta de crédito fuera la panacea para todos los males! ¿Qué hago ahora con el pañuelito peruano que le compré en la feria de la Plaza Ñuñoa?

Tiramisú y café express para ella. Nada para mí. Pedí la cuenta la que cancelé con los pocos pesos que me quedaban. Así es y será mi puta pascua. Calcetines, hawaianas, una botella de vermouth y unas lindas (por así decirlo) tarjetitas pintadas por mis nietos serán mis regalos. Mathy, de seguro, llegará con una billetera “para que guardes tus kilos de papeles y boletas sin importancia” me dirá, y yo encalillado todo el año para darle en el gusto a la “family”. Pero algo me relaja. Esto les pasa a todos. Y el que reciba regalos más finos que los míos… que tire la primera piedra.
Feliz Navidad

Exequiel Quintanilla

Vendetta: Boulevard Parque Arauco, Av. Presidente Kennedy 5413, Las Condes, fono 245 3390

NOVEDADES


LA EXPERIENCIA DE VIAJAR
¿De vacaciones?

N de la D: Nos mandaron este artículo sobre la experiencia de viajar. Es extremadamente simpático y se los entregamos a nuestros lectores para que se entretengan un momento durante este agitado fin de año. Es español castizo y por razones obvias lo dejamos (casi) tal cual nos lo enviaron. Entre tantas carreras de última hora este texto es un bálsamo para disfrutar estas navidades... y prepararse para las vacaciones.

Cada época tiene sus manías. A los romanos les gustaba ver a los leones arañándoles el culo a los cristianos. A los chinos les encantaban los jarrones. Y ahora, lo que nos gusta es viajar. Viajar a cualquier lado. Lo mismo nos da ir a Abrazamoscas (un pueblito cercano a Madrid) que a San Petersburgo. El caso es tener el culo en movimiento como Shakira. Por eso Shakira viaja tanto. Yo creo que, por mucho que lo digan los poetas, viajar no le gusta a nadie. Lo que nos gusta es llegar al destino, pero el viaje es una joda.

Viajar consiste básicamente en llevarse una maleta llena de ropa limpia para traerla sucia. Todo el mundo dice que viajando se aprende; pero, para ser sinceros, viajar lo que de verdad produce es estreñimiento. Al salir de tu casa, el culo se cierra en banda y no suelta prenda. Por eso en los aviones hay más puertas de emergencia que baños. Y en los hoteles lo saben, por eso lo que se gastan en toallas lo ahorran en papel higiénico. Siempre está empezado y con un piquito doblado, que debe de ser la firma del último estreñido.

Además, no hay nada más triste que un aeropuerto. En los aeropuertos no se ríe nadie. Ves a la gente seria, tirada en los sillones o despidiéndose con lágrimas, rodeada de bultos. Parece que, en vez de iniciar un viaje, les fueran a operar de la vesícula, que por cierto, sería de gran utilidad en los viajes largos. Ya que estás tan aburrido y tan incómodo, esos viajes se podrían aprovechar para operarse de algo. En vez de jugo, un trapo con cloroformo, de forma que cuando llegues a Cancún, además de no tener jet lag, llegarías a tu destino con un lifting, una liposucción y tres hígados, que en Cancún te van a hacer falta, con eso de la barra libre.

En el avión, todo está preparado para jorobarte. ¿Por qué cuando despegas y aterrizas hay que plegar la bandejita? "Huy, gracias, por si acaso hay un accidente y morimos todos. Al menos que no se me derrame el café en los pantalones tendré una muerte digna". Y también hay que poner el respaldo recto para que el de atrás pueda plegar la bandejita, debe ser... O eso, o para morir incómodo. Claro, que si te agobias siempre puedes conectar el aire acondicionado, ese chorro potente y direccional que te permite tener tres centímetros de la cabeza muy fríos... Hay gente que con este sistema se ha quitado las verrugas de la nuca.

Luego hay que reconocer que el cinturón de seguridad tampoco es maravilloso. El túnel del terror de la feria de mi pueblo tiene un sistema bastante más elaborado. Claro que en mi pueblo son tan impredecibles que lo ponen para que nadie pueda pegarle al fantasma.

Ahora la cosa es comprar los pasajes por Internet, que es un sinónimo de "no gastarse". Por Internet puedes, por ejemplo, alquilar una casa en el monte para hacer turismo rural. Y hay que explicar un poco lo que es el turismo rural, que no es que un campesino vaya a la ciudad, es más bien al revés. Vas tú donde el campesino para que se ría de ti. El lugar es una casa en ruinas al precio de un loft en Manhattan. A cambio, las vistas a través de las mosquiteras son preciosas. Menos mal que siempre puedes contratar unas excursiones que consisten en subir a una montaña para ir a una fuente donde el agua sale superpura. Pero descubres que no la puedes beber, porque está tan fría que si le das un trago te duele la cabeza toda la tarde.

Hay gente con gingivitis que ha perdido los dientes por el agua pura. Por eso la gente de los pueblos, en general, tiene tan pocos dientes. Recuerdo que una vez fui a beber de un agua muy pura en una montaña. Y venga a beber, y venga a beber... Y luego me enteré de que los del pueblo lavaban los pañales río arriba. Y en el pueblo no había niños.

Misterios de los viajes.

Si el turismo rural no es lo tuyo, siempre te puedes apuntar a un viaje en grupo, que es divertidísimo. Vas con unas personas a las que no conoces para nada, pero de repente es ¡tu grupo! Todos seguís al señor del paraguas, porque él es tu único contacto con la realidad, y crees que si pierdes al señor del paraguas vas a morir, porque es el único que sabe frases claves para espantar a los que piden dinero en varios idiomas.

Pero lo peor de los viajes en grupo son las amenazas. Se pasan todo el rato amenazando: "Ahora vamos a parar aquí 20 minutos. ¡Pero si en 20 minutos no estáis, nos iremos y os dejaremos abandonados aquí, en Kurcijistán! ¡Donde los hombres son violentos… y muy puntuales!".

En estos viajes se suele ir en autobuses que se caracterizan por tener un vídeo sin sonido y un micrófono con el que no se entiende nada: "Y no se pierdan aquí la excelente visión del majestuoso Sdlkjsfdkfj, donde es muy fácil ligar con mujeres si se entra con un dñalskdsdf. Ellas se les tirarán a los brazos y les harán una ñlsjsdfkj". Aquí también te suelen amenazar: "¡Pero cuidado con las mujeres de Kurcijistán, porque si usted hiciera algo como sdkfjlkajsd, les esperaría una muerte lenta y dolorosa!".

Eso sí, lo que no se puede hacer en estos viajes es ofender a la gente del país. Y cuidado, porque se molestan pronto: "¡Vamos, amigo, prueba nuestro yogur caliente de perro...! ¡Si no lo pruebas, desairas a toda mi familia! Y ahora dale un beso al señor del herpes gigante, que se le ha muerto la cabra..., está triste. ¡Vamos! ¡Besa en la boca y acaba el yogur de perro, que eso frío no hay quien se lo trague!".

Si no quieres estas incomodidades, siempre puedes hacer el turismo sin turismo, conocido como "los hoteles con pulsera". La idea no puede ser mejor: comer y beber hasta reventar. Este turismo suelen elegirlo los recién casados, con el siguiente pensamiento: ¿para qué nos vamos a esperar hasta los 40 para ponernos gordos si en una semana podemos ver cómo será nuestro futuro? Y tú, que te habías casado con una chica monísima, vuelves a España con tu nueva bruja oliendo a coco y con la cabeza llena de trenzas. En cambio, tú vuelves tan gordo y con tan poca movilidad que te tiene que limpiar el culo un pájaro.

Los que más ganas tienen de viajar son los jóvenes, porque es lo más parecido a irse de casa que pueden hacer. Para estos menesteres, los gobiernos han inventado una cosa que se llama Interrail. En esta modalidad, el reto consiste en irse lo más lejos posible y conseguir volver sin haber gastado dinero. Cuando vuelve alguien de Interrail le preguntas: "¿Qué has comido en Austria?". "Chopped"... "¿Y en Checoslovaquia?". "Chopped"... “ En Alemania". “Chopped” ¿Y en Kurcijistán?"... "¡Yogur de perro, ya que si no, se enfadan!".

Ligar en el Interrail es complicado. Normalmente se liga con chicas que también están de viaje, con lo cual ya no te fijas en si es guapa o no. Es más importante saber cuántos días lleva sin ducharse. ¿Y qué le ofreces a una chica en esa situación? No es fácil: "Eh, guapa... Si te quedas conmigo, quiero que sepas que hay una lata de mejillones que tiene tu nombre. ¿Y qué te parecería un poco de agua potable?".

Está claro que el Interrail triunfa más por la fama que tiene que por lo que es en realidad, que te dicen: "Vete a Noruega”. Y llegas allí y te encuentras con tu amigo en una estación que está en un descampado, y entre los dos juntáis seis euros, y otros tipos te quitan los calzoncillos, el chorizo y la faltriquera con el pasaporte que te cosió tu madre al forro de los bermudas. Y tú, mientras, piensas: ¡qué bien estaría en Madrid con mis padres comiendo una paella!

Pero de todas las formas que hay de hacer turismo, la más extrema es el turismo en pareja. El viaje es muy diferente si lo haces con tu amante que si lo haces con la mujer estable. Con la pareja estable es como si estuvieras haciendo la milicia. Madrugas más que cuando vas a trabajar porque no te puedes perder el desayuno. Si vas con un rollete y te pierdes el desayuno da igual, te tomas un café por ahí o vas directo a la cerveza.

Pero la pareja estable lleva un plan de viaje que ella ha preparado durante seis meses: se ha metido en todos los foros de Internet y ha subrayado toda la guía Lonely Planet. Algunas llevan tatuado en el pecho los itinerarios que hay que seguir, como el de Prison Break.

Y es mucho peor si la pareja viaja en auto, porque eso ya es un no parar de discutir. Antes se discutía porque, cuando te perdías, ella te decía: "Para y pregunta". Ahora lleváis GPS, pero la mujer, en general, no cree en los aparatos. A ella le gusta desplegar el plano, metértelo en un ojo, taparte toda la visibilidad, y luego lo dobla mal y queda más gordo que El Código Da Vinci y no cabe en la guantera, así que lo tira al asiento de atrás con el resto de porquerías que ha ido tirando: una bolsa de papas fritas, unas chanclas, los periódicos, el pareo, cuatro piedras de recuerdo, una manzana que ha cogido del hotel (por si le daba hambre), botellas de agua de varios días (calentita y con sabor a plástico)...

Llevas el coche de tal manera que, si lo aparcas mal, no sabes quién se lo va a llevar antes, si la grúa o el camión de la basura.

No es que yo esté en contra de los viajes en pareja, pero si viajas con pareja estable vuelves con más estrés del que tenías. ¿De dónde sacarán esa energía las mujeres en los viajes? No se les puede quedar una iglesia por ver. Ella tiene que ir a todos los sitios que le han recomendado sus amigas y a todos los que ha leído en las revistas: el Martini en Vía Veneto; comer fettuccini en el Trastevere y el capuchino en la Piazza Navona. Y le tienes que hacer una foto con el celular tomándose el capuchino para que se la mande a todas sus amigas. A ti no te hace falta la foto para acordarte del capuchino. Con lo que te cobran, no se te olvida en la vida.

No podéis parar ni a echaros la siesta porque ella quiere ver todas las piedras del Foro. Y te va leyendo a quién pertenece cada pedrusco: "Ésta es la casa de Trajano, ésta es la de Plinio el Viejo, ésta es la de Tito Livio...".

Pero aunque el turismo en pareja es el más extremo, no es el peor. El peor turismo del mundo es el que haces cuando eres niño, que te da igual donde te lleven porque tú sólo miras el suelo y los marruecos. Y además no decides nada: a los sitios entretenidos para ver, tus padres no quieren entrar. El Museo de la Tortura suele ser un sitio polémico, hasta que al final tu padre te lleva, y se oye a tu madre desde fuera: "¡Blablablá irresponsable; blablablá no está preparado, blablablá!"... Y cuando sales de ahí estás alucinado. Con seis años ya sabes utilizar el verbo ensartar. ¡Y eso también es cultura, hombre!

En fin, feliz verano, disfrutad de vuestros viajes, y si tenéis que cometer un delito, esperaos a la vuelta, que las cárceles del extranjero son horribles y además no te entienden cuando les gritas: "¡No, por favor!".

BUENOS PALADARES

LAS CRÍTICAS GASTRONÓMICAS DE LA SEMANA

RODOLFO GAMBETTI
(Las Últimas Noticias)
(17 diciembre) SUKALDE (Av. Nueva Costanera 3451, Vitacura, fono 228 5516): “…su “hamburguesa hecha en casa” ($5.900) es una delicia de auténtica carne de vacuno, sobre pan frica recién horneado, con pepinillos caseros, queso chanco y gruyere, escoltado por ajíes jalapeños o chipotle e impecables papas fritas. ¡Para comerla de rodillas!” “Pero lo que hará historia son los “atardeceres con burbujas”, desde las 19:30 horas, que combinan en su oferta foie gras con frutas, ostras, langostas, y para beber desde espumantes nacionales e importados hasta champagnes auténticos, según la magnificencia de cada anfitrión. Y como Palomo es reconocido como nuestro Harry Potter de la gastronomía moderna, ofrece una sorprendente cena con menú de 6 tiempos ($25.000 0 $35.000 por persona, sin vinos o con ellos) o de 9 tiempos ($35.000 o $45.000). Con alarde de esferas de sabores, espumas, aires y demases, que crearán memorable aventura gustativa para quienes disfruten de ese recorrido sensorial.”

ESTEBAN CABEZAS (Wikén)
(17 diciembre) LE PETIT CHATEAU (Bilbao 460, Providencia, fono 634 4268): “…una carta acotada y una sensata elección de vinos, servicio gentil pero... una lentitud en su cocina que quita el apetito. Más de media hora desde que se hizo el pedido, con renovación de potes de mantequilla y paté, con casi tres rondas de pan para matar la espera.” “Y aunque se hizo una atención del 10% de descuento, la verdad es que si cobran $9.600 por un plato de salmón (salsa y acompañamiento incluidos), con un corte no muy generoso y muy seco, es de esperar que la experiencia sea acorde al valor que la carta le atribuye. Pero no.” “Si bien es cierto que llevan poco tiempo atendiendo, también es verdad que debieran cuidar a los clientes que llegan a tentar suerte... y que finalmente se van arrastrando su tentación, muerta de aburrimiento.”

SOLEDAD MARTÍNEZ (Wikén)
(17 diciembre) ZAFRÁN (Hotel Radisson Petra La Dehesa. Comandante Malbec 12851, Lo Barnechea, fono 9374100): “Sin duda, Franck Dieudonné es hoy uno de los mejores cocineros de Santiago y la carta que aquí le conocimos posee un enfoque original y amplio del estilo mediterráneo, cuyo nombre con tanta frecuencia se invoca en vano. En ella, sin abandonar las exigencias de su escuela francesa, presenta valiosos ejemplos de las comidas regionales de su país de origen, incluyendo una -para mí- curiosa "bouillabaise de pollo", así como de Italia y de España, pero también de la norafricana, menos común por acá, con especialidades de Túnez o Marruecos (reineta y cous cous en tinta de calamar, tajine de pollo al limón y aceitunas con bulgur, postre tunecino de almendra y naranja, entre otras).”

CARLOS REYES (Unocome.cl)
(17 diciembre) TANAKA (Alonso de Córdova 4248, Vitacura, fono 206 6000): “El lugar funciona en un espacio moderno, limpio visualmente y bastante cómodo en todos sus ambientes, con algunos detallitos estéticos que requieren atención como enchufes demasiado a la vista, más oxígeno para la lagunita de la terraza para que el agua no se vea tan turbia y cartas nuevas más resistentes al roce; pensando en que la propuesta escénica sí que importa para el estilo y para el barrio. De la comida, un compendio de platos que cumplen bastante bien con el ideario nikkei, pero sin llegar a la emoción que otros lugares cercanos (sigo pensando en Osaka) le imprimen a la comida. Así de claro: está bien, muy bien. Pero hay que refinar mucho más para ganarse el cielo de la onda.”

BEGOÑA URANGA (El Sábado)
(18 diciembre) LILI MARLEN (Julio Prado 759, Providencia, fono 341 6213): “Para comenzar, un crudo sobre pan negro: fresco, bien preparado y adictivo. Si se va en grupo, hay que pedir una muestra de sus platos. Las chuletas kassler se deshacen al tomarlas y se funden en la boca con la deliciosa y aliñada ensalada alemana de papas. Los embutidos y el cerdo en todas sus variedades son tentaciones que no resistiría ni el más ascético. El strogonoff es otro pecado capital, así como las sencillas hamburguesas que aquí se convierten en una poesía. Y tienen el mejor pernil de Chile y sus alrededores. Sonrosado, generoso de carnes, suave y tierno, es una verdadera oda a la lujuria gastronómica. Un recochineo de la concupiscencia, para decirlo en buen castellano. Cuando aparece se produce un respetuoso silencio.”

CÉSAR FREDES (La Nación Domingo)
(19 diciembre) COQUINARIA (Isidora Goyenechea 3.000. Las Condes, fono 245 1958): “El timbal de jaiba, camarones y locos, rico y fresco, era una amalgama de los tres mariscos sobre una ensalada grata, en la que predominaba la quínoa, convenientemente aliñada. Y luego, muy bueno, un llamado “cannelloni” de jamón serrano con relleno de Mouse de ostiones. Muy bien logrado el relleno, el jamón se adhería suavemente sin contrastar con el relleno.” “Después hubo pez blanquillo “quemado” con palta, choclo peruano y papas chips. Ni quemado ni jugoso, el blanquillo por tratar de ser original y aperuanado, no llegó a ninguna parte. Malo no era, pero inferior a la media.” “El penúltimo plato, sencillo y contundente, fue una pechuga de pollo rellena con mozzarella, chorizo y albahaca, con compota de trigo mote con notas levemente agridulces.” “Y el final, gran plato de magret de pato, no convencional, porque el pato iba blando, muy jugoso, pero bien cocido, con peritas y salsa de higo y oporto.” “Por primera vez Coquinaria estuvo notable y ojalá siguiera así.”

DANIEL GREVE (Qué Pasa)
(18 diciembre) MAMUT (Diego de Velázquez 2051, Providencia, fono 792 6882): “Aquí, lo que cabe son las porciones grandes, la rapidez, la informalidad y los precios inversamente proporcionales al tamaño. Good deal, ¿eh? Nada mal. Pueden pedir la nueva Squeeze salad ($ 3.890), de lechugas con pimentones y anillos de calamares apanados, y andarán relativamente bien. Olviden las empanadas de queso, verdaderos obstáculos en el camino y vayan, esta vez a la segura, por unos Ribs & Fries ($ 5.790), costillar de cerdo a la grilla con salsa BBQ. De esas costillas sabrosas, con una salsa dulce y ahumada, y una carne que se deshace y despega del hueso al primer contacto. Si quieren un grand finale, el Cheescake pistacho ($ 2.290) es un sueño. Simple, abundante y extraordinario. Ya estaba dicho: es todo un asunto de proporciones.”