miércoles, 19 de enero de 2011

REVISTA LOBBY

ESTA SEMANA
AÑO XXIII, 20 al 26 de enero 2011

LA NOTA DE LA SEMANA: Somos lo que comemos.
LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR: Aperitivo a la italiana
LOS APUNTES GASTRONÓMICOS DE LOBBY: Los gordos. Vintage a la chilena
NOVEDADES: De olivas y olivos
CONCURSOS: Achiga premió a los mejores maestros de cocina
BUENOS PALADARES: Las críticas gastronómicas de la semana

LA NOTA DE LA SEMANA

SOMOS LO QUE COMEMOS

Hace unos días una lectora nos envió un mail para reflexionar sobre las noticias que han aparecido últimamente en la prensa y que tocan directamente el tema de la obesidad en nuestro país. El tenor de la carta (de la cual publicamos las expresiones más interesantes) dice lo siguiente.

“Viendo todas las noticias respecto del aumento explosivo de la obesidad en Chile y los males asociados a ella, como el alcoholismo, es necesario enfrentar la realidad. La llamada "dieta chilena" es culturalmente antagónica a la dieta mediterránea. En nuestro país no existe la dieta mediterránea ya que ésta no consiste sólo en una lista de ingredientes sino que en la forma de preparación de los alimentos, la frecuencia y las cantidades ingeridas. Aunque nuestra dieta parezca similar en muchos aspectos a la mediterránea, los hábitos alimentarios tradicionales están hoy amenazados por cambios culturales y por el boom de la comida rápida. La gran diferencia está dada por el consumo de azúcar y de aceites comestibles de dudosa calidad, asociada a nuestra pasión por las frituras.

Chile tiene récords absolutamente espantosos:

1.- Primer lugar de niños obesos en el mundo
2.- Los mayores consumidores de pan
3.- Los mayores consumidores de helados
4.- Uno de los líderes en consumo de gaseosas

Además, el patrón cultural que nos define es de terror: mientras más grandes las porciones, más honrada es la dueña de casa. Ojalá los platos sean “con baranda": porciones cercanas al kilo de alimentos por ingesta. Porotos con riendas y un trozo de cuero de chancho (3.800 calorías); arrollado huaso con papas mayo (3.500 calorías) y así, suma y sigue.

La diferencia de hábitos en los turistas. Mientras el europeo recorre el mundo con un yoghurt, zapatillas y una cámara, visita museos, transita por calles y parques, acumulando recuerdos culturales, el chileno sólo acumula recuerdos gastronómicos. Vuelve, casi sin excepción, con notorios kilos de más.

Creo que los chefs y los restaurantes conscientes de este tema tienen mucho que decir. Desde indicar la cantidad de calorías ingeridas, incorporar más pescado, aceites de oliva y canola, etc., etc.

Nuestra lectora tiene mucha razón en sus dichos. Sin embargo hay aspectos que no compartimos y que ciertamente nos hacen reflexionar acerca de esta materia.

Sin tomar en cuenta algunas exageraciones del texto, como que el alcoholismo sea un mal asociado a la obesidad, y otras incongruencias, pensamos en Lobby que el publico que asiste a restaurantes (sea el que sea), no va a contar calorías ni espera menús de corte sano. No podemos culpar a los restaurantes de la obesidad que existe en nuestro país.

Más preocupan otros temas que no son afines a nuestra revista y que ciertamente son los que han gatillado la obesidad de las personas. Desgraciadamente, y como dice un humorista, pasamos de la citroneta a la 4 x 4 (de desnutridos a obesos) sin darnos cuenta el descalabro que dejábamos en el camino y en esto el consumo de aceite de oliva no tiene nada que ver. (Y eso que no nos metemos en el tema de la tristeza o la depresión que sufre gran parte de los chilenos).

Somos un país donde comemos y bebemos como cosacos. Eso nadie lo puede desmentir. Pero los restaurantes no son los culpables de la obesidad ni del alcoholismo de nuestra población. Es un problema cultural que no se soluciona en una década ni en dos. Ninguno de nosotros estará vivo cuando se superen estos temas. Este es un problema de Estado (y decimos Estado ya que no es del gobierno de turno). El Estado le puso vitaminas y sal al pan. El Estado fomentó (sin querer) el consumo de carne y dejó de lado el pescado a pesar de los kilómetros de costa que tenemos el privilegio de poseer. El Estado es que debe plantearse políticas inteligentes para que en cien años más seamos más sanos (más bien dicho los que vivan en esa época).

En la actualidad, sólo la comida que entregan en clínicas y hospitales es sanísima. Pero, ¿pagaría usted por alimentarse allí?

Comer en restaurantes es un placer hedonístico que nada tiene que ver con la alimentación. Y echarle la culpa a los locales gastronómicos de los males de nuestra población no es justo. Nuestros restaurantes no están hechos para enseñar ni alimentar, están para gozar la comida y punto.

LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR


APERITIVO A LA ITALIANA

Una vieja casona de adobe de la Avenida Italia, restaurada y mejorada, alberga desde hace unos meses al restobar L’Aperitivo, que junto a otras tiendas de moda, diseño y librerías están dándole un plus más a la gentil oferta del Barrio Italia, ese de anticuarios, talleres y turismo juvenil.

Y la historia es corta. La italiana Bruna Panetta conoce en Buenos Aires a Cristian Céspedes, un chileno trotamundos que vivía en Europa y que visitaba Argentina. Se enamoran y tras regresar por un tiempo al país de la bota, deciden venirse a Santiago a probar suerte. Comienzan a vivir en un alto departamento en las inmediaciones del Hipódromo Chile y a las 3,30 de la mañana de un 27 de febrero, les cambió la vida. Bruna nunca en su vida había sentido un temblor y lo que vivió esa noche fue horrendo. Venía un hijo en camino y todas las esperanzas se fueron al suelo. Quiso volver a Italia de inmediato, pero Cristian estaba empecinado con su tierra. Ganó Cristian y Bruna, ya viviendo en un primer piso en el Barrio Italia, tuvo a su hijo y se convenció de que acá podrían hacer grandes cosas.

Y les llegó la oferta de instalar un restaurante en esta casona refaccionada. Les gustó el lugar y se embarcaron en un negocio que no conocían. Bruna sabía de cocina gracias a la nona, y nada más. Y fue como la suerte del principiante. Se tiraron a la piscina y les fue bien.

Pero, ¿qué los diferencia del resto de los lugares italianos de la ciudad? De partida el ambiente del lugar. Fresco en verano y cálido en el invierno gracias a una especial calefacción. Precios económicos para una carta de origen itálico y “el aperitivo”, idea que importaron para bendición de los nacionales que ya la conocen y se han convertido en asiduos del lugar. La idea, proveniente de Turín, convence. De lunes a sábado, desde las 18.30 a las 22 horas y por $ 4.900, hay diez platillos a disposición de los comensales para comer lo que deseen y cuantas veces lo requieran e incluye una copa de vino, cerveza o un cóctel. Platillos típicos italianos. El día de mi visita había tortilla de espinacas, aceitunas, alitas de pollo, cebiche de pepino (maravilloso), embutidos, laminitas de cerdo, bruschetas y un platillo caliente, que varía entre pasta o risotto. A mediodía tienen un almuerzo con un menú de dos platos y postre, más una copa de vino por $ 3.900, y sólo los sábados al almuerzo tienen comida a la carta con platos más elaborados.

Gusta y entretiene. Mezcla de culturas ya que alrededor del lugar existen hostels para turistas que encuentran en este lugar diversión y comida a precios módicos, aparte de toda una generación que está llegando al barrio Italia gracias a la oferta que se está armando en esta zona. Gusta ya que sus propietarios están tan involucrados en el negocio que ellos mismos atienden y entretienen a los comensales. Gusta ya que Bruna ofrece clases gratis de italiano y todos los jueves y viernes se presentan grupos de jazz o bosanova.

Es tan atípico el lugar que uno se transporta sin querer a otra ciudad del mundo. Un boulevard con tiendas de diseño y librería que da gusto conocer. Un lugar donde todos se hacen amigos y convergen múltiples nacionalidades. Sociabilizar mientras se bebe un Aperol Spritz (Aperol + rodela de naranja + prosecco), es sencillamente maravilloso.

Para estas noches de verano, imprescindible (Juantonio Eymin)

L’Aperitivo: Av.Italia 1152 (a una cuadra de Santa Isabel), Providencia, Celular 9- 9404906.

LOS APUNTES GASTRONÓMICOS DE LOBBY




LOS GORDOS
Vintage a la chilena

Que me perdonen mis lectores, pero mi memoria gastronómica a veces la pierdo en el intrincado mundo de la nueva gastronomía. Pensaba, y gran error, que Los Gordos, ese restaurante de El Arrayán y pegado al cristalino río Mapocho, había sucumbido ante la modernidad. Menuda sorpresa me llevé la semana pasada: aun abre todos los días del año bajo la atenta mirada de Patricia Urzúa, su propietaria de siempre.

Han de saber los lectores más jóvenes, que Los Gordos es un restaurante de la época del golpe de Estado allá en los setenta. En ese tiempo, Enrique Ihnen y Patricia, marido y mujer, a sugerencia de unos amigos, abrieron este local de buena gastronomía y eterna algarabía. A pesar de las circunstancias como el toque de queda impuesto por la autoridad de la época, el local se mantenía incólume a los problemas. Era rural en esos entonces y actualmente lo sigue siendo. Y allí, entre añosos eucaliptos y a un costado del río, almorcé recordando viejos tiempos.

Interesante volver al pasado y recrear recetas que en esa época eran lo máximo. Buena mano en la cocina para unas empanaditas de queso “empujadas” con un pisco sour de buena factura y con un paté de la casa adornado con pimiento rojo y aceitunas. Allí llegó hace un tiempo el modisto Oscar de la Renta y tras siete pisco sour nadie podía sacarlo para llevarlo al desfile de modas que haría ese día. A decir verdad, en Los Gordos guardan una colección infinita de anécdotas llenas de sabor y espontaneidad.

Actualmente Enrique ya no está pero el negocio lo continúa su mujer. Y creo que es necesario ir a visitarlo por varios motivos. Uno de los principales es poder entender la sociedad de la época y los platos que se comían en aquellos entonces. Aun ricos, sucumbí ante una trucha blanca con salsa de langostinos y papas duquesa. Mis acompañantes optaron por un filete apenas cocido y por otra trucha, esta vez con alcaparras a la mantequilla. El plus de la gastronomía en los 70.

Ameno y a precios de esos años. Patricia ya no quiere lucrar con el negocio. Tampoco lo hacía antes. Diez mil pesos promedio por persona es su hándicap. Campestre y sumamente limpio, acoge a los que se animan a estas alturas de la vida a llegar por el camino El Bajo, allá en Lo Barnechea. Cerezas Jubilée de postre… y un largo bajativo a cargo de la dueña de casa, que no se cansa de contar encuentros y desencuentros de épocas pasadas.

Especial. Si se es mayor es necesario ir para rememorar momentos que nunca más volverán. Si se es joven, para conocer la vida que tenían sus antecesores. La memoria del gusto y del olfato pocas veces se pierde y creo que es necesario (de vez en cuando) dejar de lado la gastronomía actual para poder entender, esta vez gracias a la gastronomía, esos años difíciles donde no era cosa de llegar al shopping y comprar, sino que las vituallas había que conseguirlas entre piratas y el mercado negro. Y eso es bueno recordar o conocer. Es parte de nuestra historia culinaria y es un homenaje a los años 70.

A dos minutos del restaurante, la cuidad. Cuesta imaginarlo pero así es. Aun es campo, aun el río suena y viene cristalino, aun se conservan recuerdos imborrables de los tiempos pasados. Y lo más importante, aun se come bien.

Para nostálgicos y para las nuevas generaciones. La fiesta que comenzó allá en los setenta, aun no termina. No hay modernidades de ningún tipo. Pero si hay amor por la cocina (Juantonio Eymin).

Los Gordos: Camino el Bajo 17650, El Arrayán, Lo Barnechea, fono 321 5525

NOVEDADES

DE OLIVAS Y OLIVOS

Iba con preocupación la semana pasada a una cata privada de un nuevo aceite de oliva. Preocupado ya que una información publicada en la revista UVA, que Jumbo reparte a sus mejores clientes, afirmaba que los aceites de olivas chilenos ya no son lo que eran antes. Que había una cierta despreocupación por el producto y que muchos de los aceites que fueron de alta categoría, últimamente han bajado su calidad y el oro líquido ya no brilla tanto.

Nunca he creído en los premios que entregan en diferentes partes del mundo a los aceites de oliva. Muchos de ellos están entregados por “acuerdos de colaboración” entre la productora y la autoridad que entrega el galardón.

“Apunta a rancio”, escribe el autor del artículo. “Un escenario gris para el aceite chileno” predice. Y le creo. El ansia de vender volúmenes fue mayor a la necesidad de mantener la calidad. ¡Con razón mis aprensiones no eran de las mejores antes de la cata!

Mirador de Alcones se llama el producto. Campos propios en la sexta región y almazara en sus terrenos, aseguran un aceite de buena calidad. Aparte de ello, todo lo que nos cuentan los elaboradores de aceite de olivas chilenos. Pero con una salvedad… aun no están contaminados con hacer del aceite un negocio de grandes rentabilidades.

Tenían muchas muestras guardadas y les pedí que abriéramos una botella al azar.- A mi azar, les dije, y escogí dos botellas que no estaban a la vista. Nada de vasitos azules para degustar los que mutaron a unos mini vasos plásticos. Arbequina fue mi elección y Koroneiki en un blend. Tras los rituales de rigor, la cata, o prueba, realmente tal. Mejor Arbequina que la Koroneiki. Buen sabor, untuosidad, frescura y con un leve picor en el retrogusto. Buen producto para añadir a una ensalada sin perder las propiedades organolépticas de las verduras. Rico también para unas verduras grilladas y para un salmón unilateral. La Koroneiki sirve para untar el pan, les comenté. Es muy invasiva esa variedad.

No soy fanático del aceite de oliva pero le encuentro algunas ventajas. Me gusta en algunas ensaladas y en uno que otro plato fuerte. No concibo que un tiradito o un cebiche naden en ese aceite ya que pierden parte de su naturaleza. Me gusta cuando es hábilmente aplicado para hacer un par de huevos fritos o cocinar algo fino. No creo que sirva para todo y que sea la cura para todos los males.

Y más propiedades: tengo una amiga, propietaria de un gran restaurante en Santiago, que ocupa aceite de oliva para desmaquillarse… y no tiene una arruga.

Dentro del descalabro que esta quedando gracias a las ventas por volumen y no por calidad de nuestro aceite de oliva, hay que pensar que aun hay buenas expresiones en nuestro país y a precios convenientes. Mi percepción es que Alcones (y por lo menos este año ya que la vida sube y baja) es un gran producto que merece mis respetos.

Por lo menos este aceite no tiene medallas truchas. Y por ello pienso bien de sus creadores. (JAE)

http://www.alconesolive.com/

CONCURSOS

ACHIGA PREMIÓ A LOS MEJORES MAESTROS DE COCINA

Una fiesta de cucharones fue la premiación del XIX Concurso Maestros de Cocina de Achiga, que este año incorporó fuertes cambios en sus bases, con el objetivo de ir profesionalizando el nivel de la gastronomía del país. El chef Juan Godoy, de la cadena Compass- Group, obtuvo la medalla de oro.

30 cocineros compitieron en los talleres de Inacap Apoquindo. Juan Godoy y su ayudante Christopher Nievas son quienes, tras ganar la medalla de oro, obtuvieron automáticamente el cupo para el Concurso Nacional de Gastronomía, que se desarrollará en julio del presente año.

Sopa para comenzar, congrio como elemento principal para el plato de fondo y un postre en base a sandía y melón, fueron los productos exigidos por la organización para que los participantes presentaran sus degustaciones al jurado.

El jurado, que estuvo compuesto por los chefs Franck Gros y Ariel Belletti, más la cronista gastronómica Pilar Larraín, otorgó la medalla de oro al menú compuesto por la entrada “Crema patagónica, ajo chilote con centolla del Cabo de Hornos servida con una ensalada de apio con pepino, al perfume de trufa blanca”; de fondo y del mar, un “Delicado medallón de congrio con foie gras, acompañado de puré de alcauciles al picor de ají amarillo, servido de un ragout de mango con tomate confitado y mini ensadaladilla con masa philo”. De postre, “Texturas de sabores frutales, cilindro de chocolate con sandía aromatizado con cedrón, servido de una leche asada de melón tuna al perfume de albahaca y sorrentino de melón calameño relleno con un centro liquido de maracuyá”.

En el torneo, que se llevó a cabo los días 11 y 12 de enero en las dependencias de Inacap Apoquindo, participaron, además de maestros, chefs de partie y sous chefs, medida que Achiga implementó con la finalidad de elevar el nivel de competencia, dado la experiencia en las competencias internacionales en las que se ha participado, y de la gastronomía nacional en general.

Además de la medalla de oro, también se entregó medalla de plata y bronce, para el segundo y tercer lugar. Achiga, también entregó un reconocimiento al mejor chef en la manipulación de alimentos, distinción que recayó en el equipo del Hotel Atton El Bosque.

Buen concurso pero seguimos insistiendo que permitir concursar a chefs o maestros de empresas privadas es un contrasentido a no ser que los premiados opten luego por entrar a trabajar al sector público. De otra forma, es obvio que el concurso pierde interés ya que es sólo una muestra de habilidades y ni siquiera un real reflejo de la comida que preparan en los casinos privados. Aun así, el concurso tiene su mérito ya que es parte importante del calendario gastronómico anual.

GANADORES

Medalla de Oro
Maestro: Juan Godoy
Ayudante: Christopher Nievas
Establecimiento: Compass-Group, Casino Villa San Lorenzo Minera Escondida

Medalla de Plata
Maestro: Cristián Reyes
Ayudante: Jorge González
Establecimiento: Aramark Central de Restaurantes

Medalla de Bronce
Maestro: Magdalena Correa
Ayudante: Yovana Sepúlveda
Establecimiento: Le Fournil, Clínica Alemana

Mención Honrosa
Maestro: Luis Ubeira
Ayudante: Cristián Carrasco
Establecimiento: Aramark Central de Restaurantes

Mención Especial por Buenas Prácticas Manufactura
Maestro: Rodrigo Molina
Ayudante: Cristina Peña
Establecimiento: Hotel Atton El Bosque

BUENOS PALADARES

LAS CRÍTICAS GASTRONÓMICAS DE LA SEMANA

SOLEDAD MARTÍNEZ (Wikén)
(14 enero) LA BOTA DE DONATA (Constitución 30, locales 100 y 101, Patio Bellavista, fono 248 9747): “La bota de Donata se declara mediterránea, posee un claro acento italiano y se beneficia de su vinculación con los buenos helados Il Maestrale.” “En las recetas que probé había, como suele ocurrir, virtudes y defectos. El carpaccio de pulpo en finas tajadas cubría el fondo del plato con un atractivo diseño como de vitral, adornado con algunas alcaparras y hojas verdes, pero el marisco tenía exceso de limón y ausencia de otros aliños, que un poco de aceite de oliva bastó para remediar ($6.100).” “Finalmente, nos gustó una abundante presa de cordero estofado con su hueso, que evocaba la cocina casera con laurel y otros aliños, y se acompañaba, como se está haciendo frecuente, de papas molidas toscamente ($7.900).”

ESTEBAN CABEZAS (Wikén)
(14 enero) IT (Isidora Goyenechea 3215, Las Condes, fono 231 7879): “…lo fuerte son ensaladas y sándwiches, pero no es barato y no tendría por qué serlo. Todo pinta para bien, desde el mismo instante en que se parte con unas Papit's = papas fritas en gajos, con cáscara, salsa de queso, salsa agria y salsa de carne ($4.800).” “Hay también una hamburguesa de centolla (podría llamarse cangreburguer ¿no?), un sándwich con mechada, otro con albóndigas, unas opciones más light, otra con tofu y, en general, harto ingenio bien aplicado entre dos panes.” “Amerita segunda visita, en plan grupal. O de viudo de verano: tienen su buena barra."

RODOLFO GAMBETTI (Las Últimas Noticias)
(14 enero) LOS GORDOS (Camino El Bajo 17650, El Arrayán, fono 321 5525): “Especialmente en verano este refugio cordillerano combina la sombra con el sonido del agua y compensa recorrer el camino del Bajo, en la ribera norte. Un luminoso comedor ofrece una atractiva carta con carnes, pescados (trucha), mariscos y hasta cerezas Jubilee de postre, que están en plena época (promedio por persona, entre $8.000 y $12.000). Sigue Patricia, con el mismo espíritu de contagiosa amistad que los hizo pioneros de la gastronomía en el pie de monte capitalino.”

BEGOÑA URANGA (El Sábado)
(15 enero) GEORGE (Vitacura 8014, fono 984 6172): “Un lugar sencillo, agradable y con muchas imágenes de todos los Georges famosos que han hecho historia. Desde George Harrison a George Soros, pasando por la más increíble variedad de George que dan nombre a las especialidades de una carta basada en sándwiches y picoteos. La hamburguesa, bien, pero nada para morirse. Sin mucha personalidad, y a estas alturas hay que diferenciarse. Este sentimiento acompañó a cada uno de los platos pedidos. Todo correcto, pero sin estilo, sin sabor definido y con algo de decepción. Las alitas de pollo con salsa barbecue, correctas, gorditas, aunque se puede morir sin probarlas. ¿Será que están comenzando? ¿O que les falta encontrar el punto? Su carta, llena de esas cosas tan gringas que encantan, debería tener un sabor más pronunciado.”

DANIEL GREVE (Qué Pasa)
(15 enero) ASIAN BISTRO (Boulevard Parque Arauco, fono 220 1430): “A menudo nos encontramos con restaurantes que se tropiezan consigo mismos. Asian Bistro, que tuvo un debut muy bueno y que aún mantiene una puesta en escena sobresaliente para su contexto, hoy vive un letargo del que se resiste a despertar.” “…sólo salva la escena el Curry de camarón y coco ($ 7.800) que -aunque dice venir con arroz jazmín (no lo es) y se echan de menos sabores autóctonos tailandeses, como el de la lima kaffir, galangal o lemon grass- entrega una mezcla de sabores relativamente convincente, con el dulzor y picor justos, buen caldo, rica consistencia y, en términos de técnica, ad hoc. Ese curry, a pesar de sus falencias, se come y agrada.”

CÉSAR FREDES (La Nación)
(12 enero) MAGDALENA (las Urbinas 27, Providencia): “La voluminosa, sabrosa, caliente frica vino dentro de un pan ciabatta, o italiano, también grande y muy bueno y las tres se pidieron con chucrut, de acuerdo a la receta original, y variablemente con palta, tomate y mayonesa.” “Las tres gigantescas y muy buenas fricas con sus agregados, más tres cervezas, costaron $12.900, precio bien prudente debido a la calidad y cantidad.” “El Magdalena está justo al lado de la librería Catalonia, a pasos de Providencia, en una calle tranquila y muy cerca del Drusgstore.
Los sándwiches son muy buenos (veremos próximamente los platos), pero es impresentable que un lugar como ese, que pretende ser alemán, no tenga schop y todas sus cervezas y vinos sean de una misma distribuidora.

PILAR HURTADO (Mujer, La Tercera)
(16 enero) MARIA DEL MAR (El Mañío 1665, Vitacura, fono 717 3876): “Picoteamos un muy personal cebiche de corvina, que traía habas, palta, cebolla morada, tomate y salmón, bien rico. También un tártaro de atún con almendras y sésamo negro, nada especial. Las empanaditas de carne mechada y queso roquefort en masa de wantán y con salsa de pimentón nos parecieron de vicio, crujientes y muy buenas, así es que volaron mientras nos poníamos al día. De fondo probamos un mahi mahi (pescado de Isla de Pascua) con una pastelera tan rústica que me pareció excesiva en hollejos, y un chutney de tomates reguleque, por usar una palabra de moda. También una ensalada verde con camarones envueltos en masa de wantán y fritos, los que lamentablemente se enfriaron rápido al contacto con la ensalada y perdieron su 'crujencia'. A la hora del postre nos tentamos con una algo fuerte mousse de roquefort -demasiado firme para ser mousse- con berries y helado de frutos del bosque. La mousse de chocolate, cuya base nos pareció de chirimoya, estaba bien rica.”

CARLOS REYES (Unocome.cl)
(18 enero) MAMUT (11 de Septiembre esq. Guardia Vieja): “Oriundos de Concepción como cadena, se enfocaron a entregar un recetario que se acerque lo más posible a un estándar de calidad de comida norteamericana, que está un poco más abajo de la comida gourmet, pero también bastantes peldaños más arriba de lo que habitualmente conocemos como fast food. Imitaron todo: la precisión matemática e industrial en la preparación de las recetas, el tratamiento de los productos, la rapidez en el servicio y una ambiente cómodo, sin pretensiones y con una estética definida, pensando en un espacio dispuesto a servir a grandes masas de personas, ávidas de comer contundente y barato.”