martes, 30 de abril de 2013

LOS CONDUMIOS DE DON EXE

LA ACUPUNTURISTA Y MI ESPALDA

- Hice una mala fuerza.
- Hace tiempo que no haces fuerza, ni nada de nada, -responde Sofía.

Claro. Se la dejé rebotando y me contestó con toda su rabia acumulada. Pero era verdad. Llené una caja de esas de plátanos (que me conseguí con el tipo de la verdulería de la esquina) con revistas antiguas y libros de esos que venían con la revista Ercilla hace una montonera de años. Quitaban espacio en mi departamento y decidí botarlos ya que si no los leo, ¿para qué los tengo?

Cuando la caja estaba llena de lectura barata, pasó lo que tenía que pasar. Como a veces me siento con un par de años menos de los que realmente tengo, traté de levantar la pesada caja de cartón. Sólo escuche un “clic” y la ciática me dejó agachado sin poder moverme. Como pude me arrastré hasta el citófono y llamé al conserje para que retirara la cajita, previo chantaje de una botella de vino. De ahí a la cama, chueco y malhumorado.

Eso fue sólo el principio ya que al par de horas llama mi paquita para que la acompañara al cine El Biógrafo a ver Habemus Papam, una película que trata de un Papa recién elegido que sufre un ataque de pánico, justo cuando está por aparecer en el balcón de San Pedro para saludar a los fieles, que han estado esperando pacientemente la decisión del cónclave. Sus asesores, incapaces de convencerlo de que él es la persona correcta para el trabajo, buscan la ayuda de un psicoanalista de renombre (¡y ateo!). Pero el miedo a la responsabilidad que de repente se le impone tendrá que enfrentarlo por su propia cuenta. Entre nos, una cosa es el barrio donde está el cine y otra cosa es ir a ver una película. Yo prefiero un lugar donde se come, pero ella quería cine. Le conté mi desgracia y pensó que era una coartada para no acompañarla.

- No te creo, Exe.
- ¡Te lo juro de guata! Incluso quiero pedirte que pases por la farmacia y me compres un analgésico y ojalá potente… ¡No me puedo ni el culo!

Como últimamente poco me cree, y como dice Tomás, el apóstol: ver para creer, llegó a mi departamento con un antiinflamatorio y dos paracetamoles. Abrió la puerta con sus llaves y me encuentra hecho un ovillo en la cama.

Me sacó los zapatos, me dio los medicamentos y hasta me hizo masajes en la zona afectada. –“Eso te pasa por menso”, fue lo más liviano que me dijo. ¡Tendré que llamar a Natsumi!

- ¿Quién es ese tal Natsumi?
- Es ella, respondió. Hace acupuntura y el dato me lo dio una amiga que estaba peor que tú.
- ¿Y cobra?
- ¿Tú crees que es del Ejército de Salvación? Ella es una vieja japonesa que trabaja en esto.
- ¿Te quedarás conmigo mientras esté Natsumi? (A decir verdad, cuando uno se siente mal es un verdadero maricón.)
- No querido. Yo la película no me la pierdo. Así que dejaré tus llaves en la portería para que se las pasen. Cuando termine Habemus Papam, te llamo.
- Gracias querida, eres un encanto.
- Para la próxima, pídele ayuda al conserje.

Cuando llegó Natsumi no lo podía creer. Venía con un delantalcito blanco, un maletín como los que usan los médicos y una minifalda de infarto. Definitivamente Sofía pensaba que era una vieja japonesa venida a menos.

- ¿Usted ser el señol Exequiel?
- Dime Exe nomás.
- ¿Dónde dolel?

Con la mano le señalé las ancas.

- ¿Hizo mucha fuelza?
- Creo que bastante
- Así veo. ¿Se puede sacal la lopa o le ayudo?

No soy un degenerado, pero igual le pedí ayuda. Cuando me dejó calato pidió que me pusiera de guatita en la cama mientras ella pasaba al baño a lavarse las manos. Realmente me estaba empezando a gustar esto de la japonesita.

Se puso unos guantes de látex y sacó una serie de agujas de su maletín. Con sus finos deditos comenzó a explorar mi espalda preguntando si me dolía o no. Encontró ocho puntos de dolor y me clavó unas agujas que ni sentí.

-Ahora tenemos que esperar unos veinte minutos para que hagan efecto.
-¿Tan rápido?
- Así es nuestla medicina.
- ¿Y qué hacemos mientras?
- A decil veldad, Exe, he tenido un día agotadol. Me tomalía una cerveza
- Natsumi, no tengo cerveza, pero si whisky que también es de cebada. ¿Te agradaría?
- Tú no podel paralte.
- Natsumi: en el refrigerador está el hielo y el whisky, al frente hay un mueble con vasos, servilletas y bandejas. Creo tener un paquete de castañas de cajú ahí mismo. Yo no me muevo y tú los traes.
- ¿Vas a beber, Exe?
- ¿Te gusta beber sola, Natsumi?

No es muy agradable tomarse un trago de guata y con agujas metidas cerca del culo, pero cada minuto me sentía mejor. No sé si tengo cara de oreja pero la japonesita me contó las razones de su vida en Chile. “Me casé con un chileno”, dice. “Era mayol y exiliado. Cuando llegamos a Santiago un día tocan la puelta y hay una señola sesentona pleguntando por su esposo: o sea “su” marido y “mi” marido. Sonríe, bebe un trago y me dice: ahora es mi ex – poso.”

Con delicadeza comienza a retirar las agujas. Milagrosamente el dolor había desaparecido. Cuando termina me da dos palmaditas en las nalgas y me dice “ahora podel vestilte”

Llamé al cine para saber cuánto duraría la película. Me respondieron que por lo menos una hora más ya que estaban con un corte de luz. –“¿Sel muy celosa tu mujel?” pregunta Natsumi. “Creo que a veces”, respondo.- “Pero hoy no, ya que ella piensa que eres una vieja japonesa de esas de las películas de antes de la guerra.”

Nos reímos cuando al unísono nos preguntamos cuando seria la próxima sesión de agujitas.

- ¿Te palece día pol medio durante dos semanas en mi consulta?
- ¿Te parecen dos tratamientos a la semana, uno en tu consulta y otro en mi departamento?
- Cleo que lo tuyo va para clónico y necesitarás agujitas durante mucho tiempo.
- ¿Atiendes por Fonasa?
- Creo que tu sintomatología es para el Auge, quelido.
- ¿O sea?
- Si me convidas otro whisky, capaz de explicáltelo en vivo y en dilecto.

Sofía: Espero que disfrutes la película. Lo mío va “pala lalgo”.

Exequiel Quintanilla