Mejora… pero falta aun
Creo ser uno de los pocos cronistas que lo he
visitado luego de la pobre presentación de su inauguración. Más bien “nos
perdimos” y agradecemos infinitamente no haber vuelto a ese lugar donde todas
las preparaciones estaban aliñadas con un atrojado aceite de olivas que
destruía cualquier producto que se le pusiera al lado. Los argentinos que
venían en el “paquete” junto al Piegari, alegaban que los productos eran
similares a los que ofrecían en el vecino país y se extrañaban sobremanera la
sobrerreacción de los chilenos. Aun así ha pasado el tiempo, han mejorado la
calidad de sus aceites y si bien ya no es ni lejanamente lo que fue en sus
inicios, aún hay prácticas que no le han permitido despegar del todo, entre
ellas, sus altos precios… y su fama.
Llegué un frío mediodía al lugar. Un solícito
mozo (de una brigada media argentna y media chilena), me ubica en el
subterráneo frente a unos grandes ventanales. ¡Hace frío aquí!, le comento. El
empleado, solícito, revisa que las ventanas estén cerradas y me responde que ya
solucionarán el problema. Al poco rato aparece parte del pedido: una copa de
espumoso y un excelente Prosciutto e
mozzarella ($12.500), uno de los mejores antipastos que he comido este último tiempo. Buen jamón
italiano, mozzarella de la buena, unos maravillosos tomates deshidratados y
aceitunas. Rico plato. A un costado, pan normal y de tomate, tibios, aunque la
mantequilla que lo podría acompañar estaba ¡congelada! ¿Tanto tiempo en el
oficio para saber que la mantequilla congelada no sabe a nada ni sirve para
nada?
Mi acompañante se
decidió escoger para su fondo un plato del menú ejecutivo que tienen en el
lugar, un menú de opciones de entradas, fondos y postre de menor costo, y menor
tamaño de las porciones. Yo, sin embargo, opte por las famosas Cuerdas de guitarra al pomodoro y basílico (9.600 la
porción nacional en contraposición a los 17.500 que pagan los bonaerenses por
su porción familiar). Rica pasta a pesar de que por segunda vez el pomodoro era
mayor a la cantidad de pasta del plato. (¿Tendrán alguna medida para que eso no
suceda?)
Un Ossobuco alla milanese (($9.900) acompañado con risotto al azafrán, fue lo último degustado. Buena carne y pomodoro, pero el risotto ¡ni fu ni fa! Nuevamente llamé al garzón para comentarle mis pareceres y volver a insistir del frio reinante. “Debe ser el aire”, comentó. “Y con respecto al risotto, traspasaré su comentario a la cocina”, afirmó.
El Volcán de chocolate con helado de vainilla estaba tan frío como el lugar. Bueno, pero frío. Pensé cuando me retiraba a mis aposentos. Definitivamente aquí hay “pasta” suficiente para sacar adelante el negocio. Hay producto y materia prima de la buena. Hay preocupación por tener una excelente carta de vinos y cocteles, pero al momento hay detalles que están dejando de lado y que son muy importantes para los clientes. Hay música italiana también, pero que la cambien a cada rato no es lo ideal. Creo firmemente que este comedor debiera estar entre los grandes de la ciudad. Es cómodo y está muy bien ubicado. Aunque la excusa de insistir de que en Santiago el Piegari es más barato que en Buenos Aires, tampoco sirve, bajar un poco los precios en valor de su producto, no sería mala idea. Ya está todo hecho para convertirse en un buen lugar. Faltan algunos detalles de servicio que no originan ningún gasto mayor. ¿Será muy caluroso en verano? Eso lo veré en mi próxima visita.
Piegari, Hotel Noi Santiago, Av. Nueva Costanera 3676, Vitacura, fono 2941 8100