Un grato descubrimiento
Primavera en ciernes,
no escribir de El Fogón, sería un desatino. Está claro que no es un restaurante
de la zona urbana, aun así tiene todos los privilegios y cumple todos los
requisitos de un buen lugar para pasar horas y horas disfrutando.
En la ruta de la
carretera San Martín, se encuentra El Fogón del Leñador, una propuesta que
nació hace 10 años en Puerto Montt de la mano de Alberto Marchant, Astrid
Marchant y el uruguayo Marcelo Burgueño.
Un toque rústico, pero contemporáneo fue lo que primó en el diseño al momento
de escoger la decoración, donde cuero, madera, piedra y mimbre son las
combinaciones que predominan y dan ese toque cálido que invita a disfrutar de
un grato momento en buena compañía.
Un soleado mediodía
llegué a este sitio ubicado en los extramuros de la capital, pero muy cercano a
Chicureo y a grandes centros empresariales como son El Cortijo y Los
Libertadores. Durante la semana, son asiduos los clientes frecuentes de esos
sectores, pero los fines de semana se produce una verdadera “invasión” de
capitalinos que llegan con sus familias a gozar y comer en un lugar donde todos
tienen su lugar y nadie se aburre.
Carne. Obvio. Pero
aparte de ella, una infinidad de platos de los que podríamos llamar “criollos”,
como el pollo al coñac, la cazuela de ave o el pastel de choclo. Para empezar,
y reemplazando el pan, unas majestuosas sopaipillas sureñas (sin zapallo), con
diferentes salsas para untar. Luego, los aperitivos o los vinos. Según su
propietario, Concha y Toro es la marca más solicitada y le sigue Torres. Acá
nada de cepas raras, ni vinos de marcas desconocidas. Su público es fiel y no
necesita alternativas novedosas.
De la carta probé unas
sabrosas empanadas de plateada-queso (3.900 las tres unidades), y una entraña
(para picar entre varios $8.900). Luego, un sorprendente pollo al coñac (6.900)
y un tremendo trozo de costillar de cerdo ahumado (7.600) que acompañé con una
gran ensalada mixta aderezada magistralmente en la cocina.
Durante la semana sus
propietarios decidieron hacer un menú ejecutivo, que por un valor de $ 9.900, contempla
chancho asado al palo con puré, ensalada del día y postre. Y como es costumbre
en estos lugares alejados de los grandes centros urbanos, cierran los lunes y
los domingos atienden sólo a la hora de almuerzo.
Acaramelado de manzana
y un genial risotto de mote tibio con helado de huesillos dieron el fin a un
almuerzo de esos pantagruélicos. Se acerca septiembre y lo ideal sería hacer
reservas en este lugar que puede atender hasta 400 personas simultáneamente.
Sin embargo, para esos diez días de fiesta que se vienen el próximo mes, ideal
sería anticiparse a una demanda que, de seguro, será muy fuerte.