martes, 4 de noviembre de 2014

LA NOTA DE LA SEMANA


 
LA COCINA CHILENA Y LOS TURISTAS

Llevamos años preguntándonos lo mismo. Años que buscamos información e incluso apuntes de antropólogos y de conocedores del tema para que nos den una respuesta que nos dé el pie necesario para definir nuestra cocina. ¿Gusta la cocina chilena? Siendo sólo unos conocedores y no eruditos en el tema podemos llegar a la conclusión que nos encanta. Que soñamos en invierno con un charquicán o una cazuela de pava y en verano con los pasteles de choclo y los porotos granados. Creo que en eso estamos todos de acuerdo.

En lo que aún no nos ponemos de acuerdo es lograr unanimidad en esto de nuestra cocina. Los antropólogos se las juegan por las recetas básicas de la época anterior a la Conquista. Los historiadores juegan con las inmigraciones francesas y españolas. Los más eruditos van por el lado de las materias primas. Mientras tanto, pasan los años y seguimos igual.

Si vamos a España, por ejemplo, nada nos costaría pedir una paella, ya que está en nuestro inconsciente. Al Perú lo hacemos igual con sus causas y cebiches (ojo ya que el Perú exporta su gastronomía y por eso está donde está). En Francia nos abandonaríamos a una baguette con quesos y en Italia a sus pastas. Blinis con caviar en Rusia y Fish & chips en Londres. Enchiladas en México y un buen Ajiaco bogotano en Colombia. Un Bife en Buenos Aires y una rica Feijoada en Brasil.

Cada país tiene lo suyo y aunque usted no lo crea, nosotros también tenemos lo nuestro. El grave problema que nos aqueja es la falta de turistas. A pesar de lo que dicen las encuestas, cerca de cuatro millones de turistas anuales (donde se incluyen los de paso en las fronteras del norte y los argentinos de vacaciones que traen el mate de su país y compran lo mínimo en el supermercado), es una cifra ínfima comparada a los más de 50 millones que reciben los países europeos o los grandes de América. Mientras tanto, seguiremos creyendo que la centolla, las langostas y las ostras son nuestros referentes gastronómicos. Sin turistas nunca tendremos una alta cocina chilena que sea importante en el mundo. Son ellos los que mandan. (JAE)