martes, 30 de diciembre de 2014

REVISTA LOBBY

REVISTA LOBBY
Año XXVII, edición Año Nuevo 2015

 LA NOTA DE LA SEMANA: ¡Feliz 2015!
LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR: El Ancla, una de las buenas caletas de Santiago
VIAJES: Los mejores destinos para los amantes de las bebidas
LOS CONDUMIOS DE DON EXE: Los pabilitos de la fotógrafa
TURISMO GASTRONÓMICO: Turquía: Donde nada parece real
CRITICAS DE LA SEMANA.

LA NOTA DE LA SEMANA

¡FELIZ 2015!

Pareciera que fue ayer cuando todos esperábamos expectantes la llegada de un nuevo siglo. Comenzaba un siglo XXI que era toda una incógnita. De eso ya han pasado quince años y aún estamos junto a ustedes para entregarles una visión de nuestra gastronomía y hotelería bastante particular. Si sumamos y restamos lo bueno y lo malo, nos quedamos con la satisfacción de ser el medio de comunicación gastronómico más longevo que existe en Chile y estos 27 años que comenzamos a escribir desde hoy nos llena de satisfacciones y de alegría.

Un caluroso saludo a todos y que el 2015 venga lleno de clientes y pasajeros. Buena salud y un buen cariño también es necesario para que todo salga como corresponde. Desde estas páginas les deseamos todo el éxito necesario para hacer de nuestra industria sin chimeneas un participante activo de la actividad nacional.

LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR


EL ANCLA
Una de las buenas “caletas” de Santiago.

Para muchos lectores el “ulte” es un alga desconocida o una desabrida versión fresca del cochayuyo. Sin embargo para este cronista es sabor a familia y reuniones en torno a la buena mesa costera del centro de nuestro Chile. Allí, en las costas de Pichilemu aprendí a conocer y valorar esta especie que una vez seca cambia de nombre y se llama simplemente “cochayuyo”.

Hacía años que no la comía, Mis últimos recuerdos de esta verdosa y carnosa alga me transportan a una caleta sureña, donde acompañada con cebolla y cilantro, sirvió de entrada a una sencilla cena de pescadores y “gente” del pueblo, quienes brindaban en vasos de vidrio un vino blanco indeterminado que emanaba de varias cajas de tetra.

Ese recuerdo me llevó la semana pasada a El Ancla, una verdadera caleta de productos frescos gracias a la inquietud de la familia de Claudio Bustos, otrora propietarios de una pescadería en el terminal pesquero y hoy amos y señores de tres restaurantes (La Cisterna, Providencia y Maipú) donde entregan a un amplio y transversal publico todas sus especialidades.

La carta ha ido evolucionando con el tiempo y adaptándose a sus clientes. Por eso el mozo, cuando escuchó mi pedido, no sabía qué hacer. Años que nadie le pedía una simple ensalada de ulte. “– Acá lo usamos más que nada para acompañar los cebiches mixtos”, me cuenta. Pero como tenían en existencia, se comprometió en hacer algo para satisfacer mi demanda.

Casas del Bosque Reserva sauvignon blanc (10.900) para la espera. A los cinco minutos, y con una sonrisa de esas que se llevan luego de haber cumplido la misión, mi mozo llega con un inmenso plato de ulte con cebolla blanca (de guarda) y queso de cabra picado en cuadritos y un generoso puñado de cilantro. El ulte,  aliñado en la cocina con limón y aceite de maravilla (nunca lo haga con oliva ya que matará el plato), una moderna versión de mi propio Nirvana. Rico, sencillo, sabroso, fresco y con un incomparable sabor y aroma a nuestras costas.

De fondo, y para seguir con mis recuerdos de infancia, la seducción de la merluza frita (la que llamamos pescada) era irresistible. “-Están más chicas que de costumbre”, señaló mi mozo. “Mejor”, le respondí.

Y definitivamente no sé aun qué es chico para este restaurante, ya que las dos porciones de merluza ocupaban un plato completo (4.300) y la ensalada chilena que había pedido (2.500), otro. La merluza, otro punto a favor. Si bien no es el pescado favorito de las mesas elegantes, todos nos inclinamos cuando vemos este popular pescado que forma parte de nuestro acervo culinario nacional. (Entre nosotros, causaría regocijo en la Feria de Milán que parte en mayo del 2015. Sin embargo estamos seguros que nuestra popular merluza no estará presente).

Fue un grato reencuentro con este restaurante de Providencia. Los precios se adecuaron al sector y están acorde a la calidad del producto. Al menos salí contento a pesar de que la manzana al vino tinto que pedí de postre (2.900) no estaba a la altura de lo degustado anteriormente. No todas las variedades de manzana sirven para cocinarlas. Pero ese es un detalle. Lo importante es que mantienen una cocina con productos frescos y una calidad pareja, algo muy necesario en el negocio de los restaurantes en nuestro país. Como comentó hace ya cerca de cuatro años el cronista Carlos Reyes: “la casa nueva de El Ancla es firme y digna para invitar a cualquiera. Y sorprenderlo.” (Juantonio Eymin)

El Ancla, Santa Beatriz 199, Providencia, fono: 22264 2275

VIAJES

LOS MEJORES DESTINOS
PARA LOS AMANTES DE LAS BEBIDAS

Amantes del vino, las cervezas, el vodka, ¡este artículo es para ustedes! Estos son los destinos que hay que visitar si lo que desean es probar lo mejor de lo mejor en cuanto a bebidas. (JAE)

Oktoberfest, Munich
Esta fiesta alemana dura 16 días y atrae a visitantes de todo el mundo. Camaradería germana y cervezas de excelente calidad (y mucho más fuerte de lo que podemos estar habituados, ¡cuidado!) corren como agua.

 

 
 
 
Región del vino en California, Estados Unidos

Beber y conducir no es una buena idea, por lo que mejor es conseguir un conductor Que no beba un. La ruta del vino californiana es una promesa de excelentes degustaciones. La región no es económica pero vale la pena pasar unos días y descubrir también los maravillosos paisajes naturales.

 

 
Festival de la cerveza en Estados Unidos

Este festival que se lleva a cabo en Colorado reúne a amantes de la cerveza de todo el país. Cervezas locales e importadas están disponibles durante el festival.

 

 
 
 
 
 
 
 
 
Ron en Martinica

En estas pequeñas islas francesas se instalaron siete destilerías que producen ron (o rhum) en unas 20 variedades. La destilería más antigua, llamada Depaz, se encuentra funcionando desde 1651. Durante el carnaval este destino es una fiesta.

 

 
 
 
Festival del Bourbon, Kentucky

Un destino pintoresco para los amantes de las bebidas espirituosas. Algunas de las mayores destilerías del mundo, como JIm Beam, Four Roses y Heaven Hill pueden visitarse. Durante el festival este lugar parece sacado de una película del Far West. Ni hablar si se sientan en una taberna.

 

 
Vendimias en Saint-Emilion, Francia

Con 6000 bodegas y más de 4000 vinos diferentes, la región de Côtes-du-Rhone es el paraíso de los amantes de esta bebida. La producción de vino se remonta a la Edad Media. El tercer domingo de septiembre se lleva a cabo la apertura de la temporada de recolección de la fruta y se celebra con festivales y degustaciones públicas.

 

El camino del tequila en Jalisco, México

Esta región produce más del 90% del tequila del mundo. Aquí se pueden probar diversos tipos y mezclas de tequilas. Se pueden visitar las diversas destilerías pues se encuentran todas en la región.

 


Vodka Tours en Polonia

Cracovia es una de las ciudades más antiguas de Polonia. Allí se concentran las mayores destilerías del país y se puede hacer un tour visitándolas y degustando. Entre los más famosos están Zubrowka (una mezcla que lleva un palillo de pasto de bisonte) y Krupnik (una mezcla de vodka y miel).

 

 
Mendoza, Argentina

Argentina es el quinto país mayor productor mundial de vino y Mendoza es donde se concentran la mayoría de las bodegas, especialmente las famosas por su Malbec. Un excelente destino para combinar una inmensa variedad de vinos ya que la selección local es inmensa).

 

Festival del whisky SpeySide, en Escocia

Con más destilerías que ningún otro lugar en Escocia, Speyside es reconocida por producir los whiskys de una sola malta de mayor calidad: Macallan, Aberlour, The Balvenie, Cragganmore, Glen Grant, Glen Moray, Glenlivet, Glenfiddich. Este festival es una forma perfecta de empezar tu aventura escocesa. Durante un fin de semana de cuatro días en abril o mayo aprenderá todo sobre los grandes whiskys regionales. Después, vaya a  probar estas peculiares maltas en los pequeños pubs, donde supuestamente fueron inventadas, originalmente.

LOS CONDUMIOS DE DON EXE


LOS PABILITOS DE LA FOTÓGRAFA

Hace unos días me percaté de algo que no le había dado importancia en mi vida pero que poco a poco se ha ido exacerbando. ¡Me descontrolan los pabilitos! A decir verdad es un fetiche que tengo metido en la cabeza y sin llegar a ser una enfermedad, cada vez que veo una lola con una polera con pabilitos, las palmas de las manos comienzan a picarme. Hay veces que llego al paroxismo cuando veo que tras una polerita con tiritas, sobresalen otras, de diferente color, haciendo una especie de composé o contrapunto a mi libido.

Lo que tiene que suceder, sucede. Y últimamente estoy culpando a mi gato chino los avatares que me suceden. Claro está que mi libreta de amigas se ha convertido este último tiempo en una página triste y desolada. Ellas los prefieren jóvenes y capaces de sortear una fiesta con música electrónica (léase bum bum, bum bum) al sonido de grandes parlantes y un par de latas de bebidas energéticas para no decaer. Yo, bien lo saben, prefiero una cena a la luz de lo que sea, bien regada y un buen vino para enamorar.

Con Mathy (en la reserva y en su eterna Iquique) y mi paquita, ya casada y con sus interminables turnos nocturnos, no encontraba qué hacer. Busqué la respuesta en el gato. Éste seguía meneando su pata izquierda de arriba hacia abajo y les juro que me sonrió. Últimamente creo más en el gato que en cualquier otra figura: mil quinientos millones de chinos no pueden estar equivocados. Pensado y hecho, me armé de valor para aventurarme por las calles nocturnas de mi querida Ñuñoa.

Me dio nostalgia cuando percibí que todas las chicas andaban acompañadas con sus parejas. Era, por así decirlo, uno de esos sábados de fin de año y de reencuentros con sus minos habituales. Visité el subterráneo de los estacionamientos de la Municipalidad, la plaza y un par de cuadras alrededor, Las Lanzas (donde aproveché de beber un Pillin – pisco con Ginger Ale-… y nada de nada. En eso estaba cuando se me aparece un ángel. Bueno, no era un ángel, era una angelita. Una fotógrafa de modas que había conocido tiempo atrás. De jeans, polera raída y zapatillas me saluda con una pasión que no entendí en principio. La polera le caía por los hombros y dejaba ver las tiritas de su sostén.

- ¡Exe, que gusto verte!
- El gusto es tuyo, para mí, un placer. ¿Qué haces en Ñuñoa querida?
- Vengo a sacar unas fotos para un especial de una revista con ropa alternativa. ¿Y tú, qué haces acá?
- Yo vivo en Ñuñork. ¿Quieres beber algo?
- Dale Exe, las modelos son más lentas que cascada de manjar, así que acepto. ¿Qué bebes?
- Pillín, una variante del chilcano peruano.
- ¡Me tinca! ¿Tú invitas? Mira que en esta profesión aparte de pagar mal, pagan tarde, mal y nunca.

Cada vez que la miraba, más me gustaba la guacha. No era problema de pechugas más o pechugas menos, eran sus pabilitos los que me tenían casi esquizofrénico. La flaca tenía hambre así que pedimos unas papas fritas con huevos estrellados mientras las modelos se cambiaban de ropa. Mientras comíamos, yo miraba sus pabilitos y llegué a la conclusión que estaba enfermo… un enfermo muy especial.

-           ¿Me acompañas a la sesión de fotos?
-           ¿Puedo?
-           Bueno… digo que eres mi asistente.
-           ¿Y qué tengo que hacer?
-           A decir verdad, nada. Pero si llevas un termo con vodka tónica, capaz que mucho.

Los pabilitos de la fotógrafa me tenían fuera de sí. Hablé con don Manuel, el amo de Las Lanzas y me prestó un termo de dos litros. Le puso hielo, una botella de vodka y rellenó con tónica. - ¿De dónde sacas minas tan ricas?, preguntó.

- Llegan de la nada, respondí ufano.

Estuvimos, bueno,  ella estuvo hasta las cinco de la madrugada sacando fotos. La plaza, la iglesia, los restaurantes, los paraderos de buses, la Muni, los edificios cercanos e incluso varias modelos tiradas como muertas en los pasos de cebra. Entre foto y foto, vaciábamos el termo con la fría pócima. Yo, eterno fetiche, sólo miraba pabilitos. Les juro que la próxima semana iré al siquiatra a preguntar si esto es una parafilia o simplemente una simple calentura. Pero definitivamente las cintitas me transportan al más allá.

Las tomas terminaron de madrugada. Todas –y todos- estábamos reventados. Mi amiga fotógrafa pregunta si puede dormir en mi departamento. –No me da el cuero para llegar a Providencia, dice.

Me recibe el gato de la suerte con su pata inmovil. Al condenado se le habían acabado las pilas. Le ofrecí a la fotógrafa la habitación de las visitas. Ella se tira en la cama y se queda dormida al instante. Le saqué sus zapatillas y la cubrí con una manta mientras miraba esos pabilitos que tanto me gustaban. Cierro la puerta (por fuera) y voy directo al gato para increparlo. Le cambio las pilas y me voy a acostar. Cierro mi puerta (por dentro) y el amanecer me pilló pensando en esas albas cintitas que me enloquecieron.

Mañana mismo voy en búsqueda de pilas de larga duración. Ojala de uranio. Para que no falle el gato cuando el goleador entra en el área chica.

¡Feliz Año Nuevo!

Exequiel Quintanilla

TURISMO


TURQUÍA
Donde nada parece ser real

No es difícil toparse con una musulmana vestida con una burka entrando a una tienda de Victoria Secret a comprar lencería del primer mundo. Ellas también disfrutan el libre mercado.

Mientras bebo una copa de vino junto a Karin von Oetinger, una de los 37 chilenos que viven en Turquía, me explica que en ese país no hay grandes bebedores ni alcohólicos, “ya que con el precio que tiene el vino, se necesita ser millonario para beberlo”, dice.

Como un contrasentido, estábamos bebiendo un aceptable sauvignon blanc sentados en mullidos sillones en uno de los más impactantes palacios de la ciudad. El Ciragan Palace Kempinski Istambul, situado a orillas del Bósforo y con una vista impresionante al sector asiático de una ciudad que vive entre dos continentes. A un lado Europa, con todo el lujo de los imperios romano y otomano y al otro Asia, donde Estambul se extiende para dar cabida a sus doce millones de habitantes. Allí, donde un día se fundó Constantinopla y actual tierra de musulmanes, el vino es quizá un lujo sólo para los turistas.

Turistas que llegan por millones: el año pasado este país recibió 30 millones de extranjeros y eso se nota en una ciudad que bulle desde el amanecer hasta altas horas de la madrugada. Yo era uno de ellos y estaba absolutamente embobado con Estambul. Karin me cuenta que es porteña y un día llegó a esta ciudad y se enamoró de un turco propietario de una agencia de turismo. Ahí armó su vida y se le ve feliz. ¡Salud por ello!, le respondo.

Hice durar bastante mi copa. Es cierto que le están poniendo empeño para mejorar la calidad de sus caldos, pero sinceramente les será difícil tecnificar su débil estructura vitivinícola. Sin embargo la curiosidad me llevó a solicitar una carta de vinos del restaurante del hotel para ver alguna referencia en los valores de los vinos. Varios botones de muestra: una copa de Veuve Clicquot Posardin Brut $ 27.200 de nuestros pesos. ¿Vino chileno? Si. Tres etiquetas y todas de San Pedro: 35 Sur Sauvignon blanc y syrah a 50 mil pesos y un carménere 1865 en la no despreciable suma de $ 115.000.

 Y acá encontramos una vergüenza lo que marginan nuestros restaurantes.

Pensé que por estar en este lugar de lujo el precio de los vinos andaba por las nubes. Así que otro día, y en otro hotel ubicado en la Plaza Taksim (el epicentro de Estambul), hice el mismo ejercicio: una copa de vino turco, cinco mil de nuestros pesos y una botella de vino del mismo origen varía entre los 25.000 y 52.000. Nuestro Miguel Torres también estaba presente con un chardonnay Gran Viña Sol a 50 mil de nuestros pesos. Pensé en un trago y me entusiasmé con un mojito, $ 10 mil de los nuestros y con una diminuta porción de ron.

La gastronomía es infinitamente más económica si se buscan lugares sencillos que los hay por montones: pescados en las orillas del Bósforo; comida turca en toda la ciudad y en carritos callejeros donde venden choclos asados, castañas, dulces turcos, unas geniales pizzas turcas con queso de cabra y los infaltables kebab. Lo internacional se puede conseguir en los sectores de alto nivel donde lo europeo es sin duda muy bienvenido.

La historia

Mi afán periodístico dejó de lado los placeres de la comida y la bebida para seguir la historia de esta ciudad sólo con agua embotellada. Todo lo imponente de Estambul se emplaza en pocas cuadras, así que fácil es conocer en una mañana monumentos históricos como el museo Santa Sofía, construido en el año 360 dC. Y que antes fue una basílica ortodoxa y luego una mezquita musulmana.

A un par de cuadras se erige la Mezquita Azul (1609), lugar de oración de los musulmanes y atracción turística de cuanto viajero pise estas tierras. Ya en el exterior, los restos del hipódromo, gigantesca construcción que albergaba a cien mil espectadores y que en la actualidad sólo se pueden observar tres grandes monumentos: el obelisco egipcio construido por el faraón Thutmose III 1549-1503 a.C; la serpiente (479 a.C) y una columna de piedra que data del siglo IV.

Pero el verdadero éxtasis se produce al conocer la cisterna Yerebatan, que es la más grande de las 60 cisternas que fueron construidas en Estambul durante la época Bizantina. Como no había agua dulce suficiente dentro de las murallas que rodeaban la ciudad, construyeron en el año 532 un gran depósito y ahí guardaban el agua traída a través del acueducto de Valente. Bajo tierra, tiene 336 columnas repartidas en 12 hileras de 28 y situadas a 4 metros de distancia en un área de 10.000 m2, tiene 8 metros de altura y aproximadamente su capacidad es de unos 80.000 m3 de agua dulce.

Los mercados

Dos grandes mercados son los favoritos de los millones de turistas que recorren Estambul en el año. El Mercado de las Especias (publicado la semana pasada en extenso) y el Gran Bazar. El rincón gourmet del Mercado de las Especias fue mi gran favorito. Todas las especias del oriente tienen su espacio en este lugar donde el regateo es parte fundamental de una compra. Si no se regatea, hasta el vendedor se molesta. Lo mismo sucede en el Gran Bazar, gigantesca construcción que alberga cerca de 4 mil locales y donde se pueden encontrar las imitaciones más grandes del mundo. Desde relojes por dos dólares (que nadie sabe cuánto durarán) hasta imitaciones de carteras de marca a precios significativamente más económicos que las originales. Cuero del bueno y del malo y vendedores que hablan español son toda una tradición en este lugar.

 

El Bósforo
Un recorrido por el Bósforo es imperdible para quien visite Estambul. Este estrecho separa Europa de Asia y en sus orillas se pueden ver fastuosos palacios, mezquitas, “yalis”, que son casas de madera de altísimo valor y otras construcciones similares. Para un mortal que viene del sur del mundo, escuchar que una de las casas de madera que está a orillas del estrecho se vendió en 80 millones de dólares, tiendo a pensar que es una broma. Pero cuando diviso los yates que usan sus propietarios entiendo que acá vive lo más granado del mundo. Con razón en Estambul abundan las mejores marcas y tiendas del orbe y están las mayores cadenas hoteleras a nivel global llena de lujos asiáticos. ¿El gato mirando la carnicería? Posible. Pero no da envidia ya que al menos se puede conocer una nueva realidad que se abre a nuestra vista.

 

CAPADOCIA
De hadas, globos y trogloditas
¿Será así la luna… o marte? Un verdadero paisaje marciano me recibe en la región de Capadocia tras una hora y minutos de vuelo desde Estambul. Un pequeño aeropuerto con una gran pista de aterrizaje para los miles de turistas que visitan esta región que se formó hace 3 millones de años con la erupción de los volcanes  Erciyes, Hasandag y Malendiz. Las cenizas, lava y barro cubrieron toda la meseta de Anatolia Central con un grosor de decenas de metros. Al enfriarse esa masa caliente, se contrajo y agrietó. Luego con la erosión provocada por la nieve, agua, aire y cambios de temperatura,  se crearon las formas más insólitas y alucinantes que se pueden ver en este mundo.

La mayoría de las rocas están agujereadas. La Capadocia es como un queso gruyère. El hombre vivió en el interior de las rocas hasta hace 50 años. Él las moldeaba a su gusto, convirtiendo su interior en cocinas, almacenes y sobre todo en famosas iglesias y monasterios.

Por estas tierras han pasado multitud de civilizaciones, hititas, frigios, bizantinos, romanos, otomanos, etc., y todos ellos, ante la falta de madera, ocuparon la roca y la trabajaron moldeando establos, monasterios, habitaciones y hasta ciudades subterráneas donde se escondían en tiempos de guerra.

Algunos aún siguen viviendo en estas casas trogloditas, utilizándolas como tiendas de recuerdos o como palomares. Realmente impresiona.

Si ver estas verdaderas esculturas desde suelo firme es impresionante, divisarlas desde las alturas es algo fantástico (180 euros por persona y sin opción a regateo). Cada día y al amanecer se eleva una centena de globos aerostáticos con el fin que los turistas se lleven las mejores imágenes en sus recuerdos y en sus cámaras. Una hora flotando en aire al vaivén de la suave brisa matutina. A pesar de que son las cinco y media de la mañana, el sol aparece en el horizonte y vuelve estas fantasmales rocas en algo vivo y hermoso. Kilómetros y kilómetros de viviendas perforadas en la roca es quizá la mejor reminiscencia de Los Picapiedra, la referencia más cercana que tengo para hacer entender al lector este místico lugar. A las seis y media de la mañana, bebíamos un raro espumoso turco para celebrar mi primer viaje en globo.

Ciudades subterráneas y pueblos perdidos

Con el advenimiento a la democracia en Turquía, las nuevas autoridades ofrecieron a los antiguos habitantes de las rocas, dignas viviendas en varios pueblitos que están a diez minutos entre uno y otro. Así aparecen Nevsehir, Avanos, Ortahisar, Ürgüp, Mustafapasa y Goreme, todos ellos convertidos en la actualidad en villas que viven del turismo.

En 1963, un habitante de Derinkuyu, en la región de Capadocia, derribando una pared de su casa-cueva, descubrió asombrado que detrás de la misma se encontraba una misteriosa habitación que nunca había visto; esta habitación le llevó a otra, y ésta a otra y a otra… Por casualidad había descubierto una ciudad subterránea, cuyo primer nivel pudo ser excavado por los hititas alrededor del año 1400 a.C. (Recientemente arqueólogos turcos encontraron una ciudad inmensa que data de hace cinco mil años)

Los arqueólogos comenzaron a estudiar esta fascinante ciudad subterránea abandonada. Consiguieron llegar a los cuarenta metros de profundidad, aunque se cree que tiene un fondo de hasta 85 metros.

La ciudad fue utilizada como refugio por miles de personas que vivían en el subsuelo para protegerse de las frecuentes invasiones en las diversas épocas de su ocupación, y también por los primeros cristianos. El interior es asombroso: las galerías subterráneas de Derinkuyu (en las que hay espacio para, al menos, 10.000 personas) podían bloquearse en tres puntos estratégicos desplazando puertas circulares de piedra. En los niveles recuperados se han localizado establos, comedores, una iglesia (de planta cruciforme de 20 por 9 metros, con un techo de más de tres metros de altura), cocinas (todavía ennegrecidas por el hollín de las hogueras que se encendían para cocinar), prensas para el vino y para el aceite, bodegas, tiendas de alimentación, una escuela, numerosas habitaciones e, incluso, un bar.

La ciudad se beneficiaba de la existencia de un río subterráneo; tenía pozos de agua y un magnífico sistema de ventilación (se han descubierto 52 pozos de ventilación) que asombra a los ingenieros de la actualidad. ¡Y todo eso 1400 años antes de Cristo!

Turquía fue una verdadera clase de historia en vivo y en directo que terminó con una copa de vino de Capadocia a horas de mi regreso a Santiago. Un viaje maravilloso y enviciante. (Juantonio Eymin)

 Viajé a Turquía gracias a una invitación de Turkish Airlines y la Embajada de Turquía en Chile con la colaboración de Turismo Universal (Chile) y la mayorista de turismo Meridian (Estambul)

Cómo llegar: Sao Paulo –Estambul en un vuelo directo y sin escalas (12 horas) vía Turkish Airlines, con tarifas desde US$ 1.050 más impuestos. En Santiago comparten códigos con TAM.  Para viajar a Capadocia, Turkish y otras líneas de bajo coste y precio.

Dónde dormir: De preferencia en hoteles cercanos a la Plaza Taksim donde se concentra la mayor cantidad de hoteles de Estambul. La plaza Taksim es un gran centro de actividad gastronómica y posee numerosas tiendas y espectáculos. En Capadocia, grandes hoteles y también limpias posadas a elección en cualquiera de los pueblitos de la región.

Dónde comer: En la infinidad de restoranes y carros que tiene la ciudad y en todos sus barrios. Desde tres dólares en adelante. El agua es potable pero se recomienda beberla embotellada. La cerveza Efes es la más solicitada y por su valor, reemplaza a los vinos y otros alcoholes.

Museos: Todos tienen un valor cercano a los 10 dólares la entrada.

Visa a Turquía: No se requiere

BUENOS PALADARES

CRÓNICAS Y CRÍTICAS
DE LA PRENSA GASTRONÓMICA

MUJER
PILAR HURTADO
(DICIEMBRE) PIU (Vitacura 3269, fono 22207 3192): “La carta ofrece ensaladas, pizzas, pastas, pescados y carnes. Como fondos pedimos una milanesa de filete, que estaba muy buena, jugosa por dentro y crocante por fuera, además de blandita, que venía acompañada con una ensaladita de tomates cherry y rúcula, un bloque de papa frita (bonito, como una papa dorada pero rectangular) y un gel de limón que nos pareció demasiado ácido, en este caso una choreza innecesaria para una excelente milanesa. La otra opción fueron unas medialunas rellenas de calabaza con mantequilla, salvia y parmesano reggiano, donde la pasta y relleno estaban bien, pero faltó saborcillo a salvia, el resultado era un poco plano.” “En suma, en este local usan buena materia prima y se nota que hay oficio en lo que hacen, pero falta hacer algunos ajustes para que todos los comensales tengan una experiencia grata y completa.”

WIKÉN
RUPERTO DE NOLA
(DICIEMBRE) PUNTO NATURAL (Vista Hermosa MZ 23, Sitio 14, Cerro Tacna, Maitencillo. Cel. 6-6761738): “Maitencillo se está transformando en un interesante polo culinario de la zona de Quintero a Papudo.” “Instalado en el cerro Tacna, frente al despegue de los parapentes -entretenido ver sus maniobras-, el chef produce una cocina de gran atractivo, a la que solo le falta meditar más y acuñar bien su mensaje. Porque este elemento de juicio, momentáneamente postergado, no se olvida. No se olvida uno de que es ser humano, no gato.” “La carta es breve y exhibe una mezcla de estilos y técnicas que no alcanza a ser "fusión" -bendita sea-. Unas mollejas, cortadas en bocados, marinadas en limón y luego flambeadas al Drambuie ($5.900) y una ensalada Austral ($6.800; diversas verduras, queso cabra, deliciosos trozos de salmón grillado, con aliño perfecto) fueron un excelente punto de partida.” “Seguimos con un atún, apenas sellado, como nos gusta, acompañado de lentejas de estilo indio ($13.800): perfecto el pescado, buen trozo, conjunto armonioso. Luego, un hermoso trozo de salmón grillado con un delicioso risotto de couscous, que al comienzo nos inspiró desconfianza, para luego rendirnos a su maestría ($12.200): el salmón, en perfecto punto, con su piel estupendamente crocante y sabrosa.”

WIKÉN
ESTEBAN CABEZAS
(DICIEMBRE) MATSURI (Hotel Grand Hyatt, Avenida Kennedy 4601, fono 22950 3051): “De entradas, tras una croqueta con carne como gentileza, llegó uno de los mejores platos probados: Tako wasabi-zu, trozos de pulpo y láminas de pepino marinados en vinagreta de wasabi ($5.500), un mix fresco y con el punzante picor de aquella raíz verde intenso. A su lado, un gyutataki, trozo de filete de res sellado, con su centro crudo, cortado en pequeños bocados que son bañados en salsa de jengibre ($7.500). Junto a la carne, una suerte de miniensalada a la chilena, con tomatitos cherry y ají verde en tiritas. Logrado.” “Dos extremos fueron los escogidos. Una sopa de intenso sabor, con toques ahumados, plena de tallarines gruesos, verduras y cortes de lomo vetado: un shabu shabu udon ($7.900). Se trata de un plato de corte más popular, que llama al sorbeteo para no quemarse, aparte de la difícil manipulación que exige una pasta casi con vida propia. Para el frío, la resaca o buscando dormir como angelito. Junto a este magno cuenco, unos pinchos de mariscos y pescado apanados -Kushi age ($9.000)-, algo poco para el precio, y con el aceite a flor de piel.”

LAS ÚLTIMAS NOTICIAS
RODOLFO GAMBETTI
(DICICMBRE) PERÚ CRIOLLO (Mall Arauco Maipú, Av. A. Vespucio 399- L.534, Maipú): “En Perú Criollo podemos olvidar el verano calcinante con una  cremolada, granizado de chicha morada (sin alcohol, $2.200). Para seguir con un tequeño picante, de camarón envuelto en masa de wantán con salsa caucau, con hierbabuena. Luego un piqueo o una papa rellena ($4.100). Por supuesto, platos que se acompañan bien con un Gran Tarapacá etiqueta blanca. Antes del cebiche de pescado con chicharrón de jibia ($7.800) o una pollada -pollo frito criollo con zarza criolla (cebolla morada picada, con limón). Cortado en láminas aparece el tradicional anticucho de corazón ($5.800) con sabroso ají panca. Y como final, crema volteada, suspiro de limeña o unos curiosos guargüeros (palabra popular en desuso para nombrar la parte superior de la tráquea, y también un postre de tubos de masa frita rellena de manjar blanco).”