martes, 2 de junio de 2015

MIS APUNTES


AQUÍ ESTÁ COCO
Digan lo que digan...
 
Hace algunos años, cuando Internet era una utopía y las redes sociales simplemente no existían, los turistas que llegaban a Santiago venían con un papelito escrito y guardado en la billetera o simplemente arrugado en el pantalón. El papel en cuestión sólo decía “La Concepción 236” y era el pasaporte para llegar al restaurante Aquí está Coco, en aquellos entonces uno de los refugios gastronómicos más célebres de la capital.

Famoso, carismático y por lógica amado, odiado y envidiado, Coco Pacheco logró hacer de su restaurante un ícono a nivel mundial, tanto, que muchas de sus historias se transformaron en  mitos urbanos, cuentos que el propio Pacheco nunca confirmó ni desmintió.

De la noche a la mañana sus sueños se comenzaron a apagar cuando en el 2008 un incendio no dejó piedra en su célebre restaurante de pescados y mariscos. Ahí aparece su familia, mujer e hijas, que lo convencen para reconstruir el lugar con un diseño más moderno aunque conservando los platos e historia gastronómica que lo había llevado a la cima de la popularidad.

Lo que por más de 35 años fue una casona llena de cachureos, muy al estilo Pablo Neruda, ahora es una construcción de muy interesante y luminosa arquitectura en forma de barco, con mucha simbología de los mares de Chile, con una brigada de servicio bastante renovada y mejor y, sobre todo, con una cocina más moderna y calificada.

Coco siempre tuvo magnífico producto marino y una cocina correcta, pero no mucho más. Ahora, Coco le agrega al restaurante la nueva gestión de sus dos hijas, Paz y Francisca, que pusieron toda la fuerza, la chispa y la nueva formación de la juventud actual.

La semana pasada regresé después de bastante tiempo y lo hice con motivo del lanzamiento de una nueva línea de vinos Amaral, dos excelentes Sauvignon Blanc elaborados con uvas de sus propios viñedos y cuarteles específicos, vinos que comenzarán a darle mayor protagonismo a este reconocido blanco que por años se ha ganado el respeto de los amantes del buen Sauvignon. Allí, y junto a cronistas y ejecutivos de la viña, volví a deleitarme con los pescados y mariscos que lanzaron a la fama a Coco Pacheco y su familia.

Un detalle para partir: las empanadas de queso y mariscos que elaboran in situ, son una de las mejores que se puedan confeccionar en cualquier restaurante de la capital. Frescas, fritas en buen aceite y con un relleno deleitoso, no pueden dejar de pedirse por lo sabrosas y jugosas.

Ya sentados, el lanzamiento parecía un banquete marino multicolor. La centolla, reina de nuestro mar austral, fue la estrella, escoltada por las siempre elegantes y finas ostras de borde negro, anaranjadas lenguas de erizos, langostinos, cebiches y tiraditos variados servidos en grandes porciones. ¡Un éxito total!

El menú de la ocasión, chileno por supuesto, siguió con un filete de corvina (tremendamente bien cocinada ya que es difícil darle el punto a este pescado) acompañado con una fresca ensalada de quinoa, para finalizar con un clásico algo perdido en nuestros comedores como son las papayas al jugo.

El Aquí está Coco actual es mejor que todo lo que fue en sus años de apogeo anterior. El país es otro, el público es otro, mucho mejor, y el astuto de Coco ha sabido ponerse a tono con la modernidad. El lugar es acogedor y los mozos se esfuerzan por ser rápidos, amables y gentiles. Un clásico nacido en el 73 y que tras 42 años de vida aún recibe a los más conspicuos extranjeros que llegan a nuestra capital. No es por alabarlo, ya que poco o nada conozco a Coco Pacheco, pero su local es más que un restaurante, hoy es una institución. Digan lo que digan. (Juantonio Eymin)

Aquí está Coco, La Concepción 236, Providencia / 2 2410 6200