martes, 3 de noviembre de 2015

CRÓNICAS CON HISTORIA


EL CALUGÓN "PELAYO"

Los  calugones "Pelayo" cumplen cerca de cuarenta años en el mercado chileno, y siempre en el mismo ámbito de venta: kioscos, locales de barrio y vendedores de golosinas en el transporte público.
No conozco un producto más popular y que haya sobrevivido por tanto tiempo en esta clase de oferta "de calle", salvo quizás los caramelos "1/2 hora", aunque estos se redujeron considerablemente de la venta en la locomoción colectiva hace tiempo, casi desapareciendo de ese ámbito en particular.

Aunque su creador comenzó a vender las primeras calugas de su factura casi 15 años antes, "Pelayo" es un símbolo especialmente asociado a los años ochenta; niñez, adolescencia o juventud de al menos dos generaciones. Eran los tiempos cuando competía en la venta de los microbuses con otros productos como los biscochos "Merendina", "Milonga" y "Rayitas", además de los primeros bombones "Privilegio" que aparecieron para el público masivo.
El calugón, sin embargo, tenía la ventaja de que duraba largo tiempo mientras era chupeteado durante el largo viaje en micro, además de que en aquellos primeros años era mucho más grande que ahora; calculo que casi el doble, a menos que las proporciones de mi boca infantil me engañen. Primero se vendía a $5 (dos por 10); más tarde, el precio fue subido a $10. Quién no recuerda ese típico grito del vendedor santiaguino: "¡Calugón Pelayo a 10, a 10 el calugón!". Creo que con ese valor lo sorprendió la llegada de los años noventa. Actualmente, se ofrecen entre tres y cuatro unidades por $100.

La empresa chilena Alimentos Pelayo Monroy S.A., con sede en la comuna de La Granja, literalmente se coronó con este producto. Su nombre es el mismo que ostenta desde la pila bautismal su fundador y su logotipo era una corona. Y no es gratuito que el señor Pelayo haya aspirado desde temprano a ser rey de este rubro, entonces. Además, lleva el nombre del primer soberano del Reino de Asturias, el Rey Pelagius, así que su destino monárquico estaba trazado desde el principio del eterno retorno histórico, para su fortuna.
El origen de la firma está en el Santiago de los años sesenta, cuando el modesto taller familiar comienza a producir calugas artesanales que vendía personalmente don Pelayo. Sin embargo, el dueño experimentó con varias fórmulas posteriores hasta llegar a una óptima en la década siguiente, para producir el masticable a base de caramelo y nueces, además de ingredientes que formaban parte del secreto del éxito. Con esta receta y un tamaño generoso para la golosina, su golpe en el mercado fue extraordinario.

La demanda del calugón llegó a ser tanta que la empresa debió proveerse de nuevas maquinarias. Su primer equipo automático, que lo había sacado de su condición de taller artesanal e industrializó por primera vez su línea de productos, fue adquirido en 1978, según la página web de la compañía. Sin embargo, como la acogida del novedoso producto se fue ampliando progresivamente en la década siguiente, debió incorporar nuevos y mejores equipos. Así, la producción de la empresa se concentró especialmente en el famoso calugón, aunque no por ello dejó de diversificar sus productos. Es por esta razón que la caluga con la fórmula antigua es conocida como el calugón clásico, existiendo otros posteriores a base de almendras, maní, pasas al ron, crema y coco.

A pesar de la feroz competencia de productos vendidos en el comercio callejero de los años noventa, el calugón pasó la prueba del cambio de milenio y mantiene hasta ahora el reinado en su nicho específico de mercado. La verdad es que nadie ha osado competir con este caramelo masticable en base a algún producto similar, pues "Pelayo" no tiene parangón en el comercio.
Las calugas son caramelos profundamente ligados a la tradición chilena. Hasta el más famoso de nuestros hombres de circo llevaba su nombre: Abraham Lillo Machuca, alias el inmortal Tony Caluga. Los niños chilenos de antaño, además, se desafiaban a pelear con un extraño juego de duelo: el Caluga y Menta (y no "Caluga o Menta", como se tituló un largometraje chileno de 1990, aludiendo equivocadamente el nombre del juego). De hecho, la Real Academia Española reconoce la palabra "caluga" asociado como de origen chileno, y significa: "Caramelo blando de forma rectangular". Entonces, el calugón "Pelayo" sería dos veces chileno: tanto en su naturaleza de golosina "caluga" como en su indiscutible popularidad en nuestro pueblo.

El año 2006, la empresa Alimentos Pelayo Monroy S.A. vendió su producto estrella al grupo comercial mayorista Club del Almacenero Alvi. Actualmente, no sólo se produce el calugón que le diera fama, sino también otras golosinas como gomitas, calugas de dulce, turrón de maní, calugas bañadas en chocolate, toffees, alfajores, grajeados, calugas de leche y algunos refrescos, entre otros.
Sin embargo, su nombre ha quedado inmortalizado en la cultura popular chilena como el famoso calugón "Pelayo" que endulza nuestros viajes por la ciudad desde hace tres décadas. Sacar a $50 ó $100, siempre será de las golosinas favoritas de miles de chilenos. (Urbatorium)