martes, 24 de noviembre de 2015

CRONICAS CON HISTORIA


ÉRASE UNA VEZ “EL GOYESCAS”
El edificio Oberpaur, de la esquina sur-poniente de Estado con Huérfanos, es uno de los iconos más reconocibles de Santiago, además de un temprano caso de arquitectura bauhaus en Chile, levantado en 1929. Diseñado por el gran arquitecto Sergio Larraín, uno de los principales configuradores de la ciudad.

En esta ocasión, nos concentraremos en su local de acceso por el primer piso, exactamente en la dirección Estado 900. Aunque este pasado esplendoroso de la esquina ha sido desplazado ya por la modernización y las transformaciones de la ciudad, aún sobrevive la marquesina de la suave curva redondeada de la arquitectura del lugar, testimoniando la grandeza del ayer perdido en el romanticismo nostálgico urbano.

La primera firma en ocupar la tienda, tenía el nombre del edificio: Oberpaur. Oreste Plath recuerda que se allí se instaló la primera escalera mecánica chilena, siendo de gran atractivo para los niños. Pero, aunque la tienda Oberpaur duró varios años en el lugar, fue su sucesora, "El Goyescas", quien la inmortalizó en la memoria colectiva de la ciudad, al punto de que la esquina quedó registrada en la nomenclatura santiaguina como la esquina Goyescas, precisamente en alusión a su fastuoso y concurrido local. De hecho, fue uno de los principales puntos de reunión, en sus años de éxito.

Nacido originalmente como la "Confitería y Boite Goyescas", era un salón de té con espectáculos en vivo, que abrió sus puertas hacia 1950, aproximadamente. Su particular nombre parece ser alusivo al estilo artístico del famoso pintor español Francisco de Goya, pues había reproducciones de las famosas majas del autor dentro del local; pero con el tiempo comenzó a ser llamado "El Goyesca", a secas y en singular. Contaba también con una confitería, pastelería y grandes salones. En la planta del primer piso, la recreación era familiar: los adultos pedían té o café con galletas o tajadas de torta; los niños eran engolosinados con copas de helados o leche chocolatada.
Las fiestas del local tenían lugar principalmente en los salones subterráneos, a los que se bajaba por su hermosa y elegante escalera. Eran celebraciones sencillamente extraordinarias, incluyendo la presencia de artistas internacionales y orquestas de gran fama, algunas de ellas directamente traídas desde Cuba. Actuaban, entre otros, uno de sus propios dueños: César Marasso. En su obra "El Santiago que se fue", Plath recuerda sobre la gran cantidad de estrellas que allí pasaron:

"En los primeros tiempos fue animador Mario Subiabre. En el recuerdo están la orquesta de Francisco Canaro, las canciones de Libertad Lamarque, Domenico Modugno, Carmen Sevilla, la Tongolele, Mario Clavel, los Churumbeles de España, el zorro Iglesia, Doris y Rosie, Gladys Ocampo, Dolly Sisters, las mellizas Castilla, Eduardo Farrell, Leo Marini, Pedro Vargas, Sonia y Myriam, los Cinco Latinos, Alberto Castillo y los chistes de Manolo González”. Les acompañaban dos artistas argentinos que regularmente actuaban en los salones de té para entretener a los niños: Vitrolita, que hacía de niña chica, y Gambino, un actor fonomímico, probablemente de los primeros que hubo en nuestro país.
Existe una historia bastante curiosa con relación al caso de Vitrolita: tras popularizar en las radios Chile su más conocida canción que decía "Corra mamá / ¡ay! pero corra papá / enciendan pronto las luces / traigan pronto la escopeta / que en mi pieza hay un ladrón", usando un falsete de niñita, muchos creyeron que, efectivamente, se trataba de una infante. Sin embargo, cuando hizo sus primeras apariciones en la televisión nacional, causó gran frustración en el público al descubrirse sólo entonces, que era una mujer adulta imitando la voz y las vestimentas de una niña, por lo que debió regresar a la comodidad y seguridad de sus presentaciones en vivo, lejos de las delatoras cámaras.

Plath también comenta que, siendo tanta la popularidad de "El Goyesca", muchos dirigían hasta su dirección cartas de contacto para los varios y famosos artistas que allí se presentaban, como si se tratara de una agencia de estrellas.
La caída de "El Goyesca" sobrevino en la década siguiente, sin embargo. La costumbre de tomar once fuera de casa fue modificándose en la sociedad chilena, volviéndose más íntima y lejana al espectáculo artístico o la entretención. El local cerró sus puertas el 31 de marzo de 1963, ante la tristeza de toda una ciudad. Sus grandes salones pasaron a ser el alojo de la zapatería "Artigas", una de las más finas y exclusivas que hayan existido en la ciudad de Santiago.

Actualmente, ocupa el espacio de la esquina Goyescas un local de la conocida cadena de farmacias Salcobrand. (Urbatorium)