martes, 4 de abril de 2017

NOVEDADES


 
AGUA DEL CARMEN
El secreto de la tranquilidad…
Es domingo por la tarde, tengo muchas cosas que hacer y mañana viajo. Estoy nervioso porque me tengo que levantar a una hora muy ingrata y eso me acelera. Sé que no dormiré bien así que me voy a tomar un trago de Agua del Carmen. Por un lado espero que eso me relaje un poco, y por otro, me vendrá bien para escribir este artículo sobre este antiguo medicamento que tengo ahora encima del escritorio.

Desenrosco el pequeño tapón de la botella de plástico y bebo un trago. El líquido es transparente y muy nítido. Baja ardiendo por la garganta. Noto una contracción en varios esfínteres y la intensidad del alcohol me sube por la nariz y me baja hasta la barriga. Ambas cosas me obligan a cerrar los ojos. Los labios escuecen y ahora se me han dormido. En la boca hay una explosión de sabores indistintos a hierbas naturales. La sensación es duradera pero no puedo centrarme en ella porque me quema el estómago y empiezo a sentir el primer golpe de embriaguez. El mismo que se siente cuando se bebe aguardiente sin querer.

La receta original data del siglo XVII y se atribuye su descubrimiento a los monjes carmelitas descalzos. El brebaje cura los "síntomas del estrés tales como trastornos gastrointestinales o nerviosismo". Este "medicamento no sujeto a prescripción médica" está elaborado a base de melisa por su alto poder sedante y un sinfín de otras hierbas que además lo hacen digestivo (entre ellas manzanilla, hierba luisa, angélica, tilo, cilantro y canela). Lo demás son excipientes –si es que realmente lo podemos llamar así dado que un excipiente es un agregado inocuo para facilitar la toma de medicamentos, y esto ni parece un medicamento ni es fácil de tomar, aparte de tener un contenido de etanol del 55% en volumen, lo que pone al Agua del Carmen al nivel de destilados como el mezcal o la absenta.

Básicamente, y a juzgar por la claridad del líquido, podemos entender que los ingredientes fundamentales del Agua del Carmen son mucho alcohol etílico, bastante agua azucarada y unas cuantas hierbas relajantes. Es decir, una suerte de aguardiente de Chillán con sabor a perfume. Una “agüita” recomendada para todos y aunque hoy cueste creerlo, son muchas las personas que recuerdan haberla tomado durante su niñez.

Relaja y elimina el estrés pero también está recomendado como "alivio del malestar asociado a la menstruación" y, según algunas madres y abuelas con las que he hablado, era usado especialmente durante la menopausia. De manera que la botella llegó a ser muy frecuente en los hogares chilenos durante el siglo pasado. Ayudaba a calmar a un niño revoltoso y al ama de casa frustrada que espera aburrida las ausencias de su marido.

Sin duda la autoridad sanitaria ha ido eliminando el Agua del Carmen de los botiquines en favor de los ansiolíticos y los calmantes. La sociedad  actual ya ha pasado mayoritariamente por las escuelas y, por tanto, las costumbres supersticiosas y el uso de curalotodos como éste han dejado de ser frecuentes.

Utilizar alcoholes tan fuertes para tratar a niños o adolescentes está totalmente contraindicado y no deja de ser un vestigio del país pobre e ignorante que fuimos hasta mediados del siglo pasado. El Agua del Carmen ya no es tan popular pero si tiene curiosidad seguramente podrá encontrarla en cualquier farmacia de la ciudad.

Y en las noches en que no queda nada que beber, las botillerías están cerradas y la fiesta aún está encendida, una farmacia de turno podría ser un buen lugar para adquirir este quitapenas. (JAE)