¿TURISTA O VIAJERO?
Ahora
que por fin llega la baja temporada, es bueno pensar dónde pasar unos días de
descanso, aunque - la verdad-, uno que nunca se ha caracterizado por realizar
grandes viajes o “epopeyas”, nunca tiene demasiado que contar. ¿Descanso?...
creo que no. Uno regresa reventado de los viajes.
Los
motivos por los que cada cual se plantea viajar pueden ser muy diversos, casi
siempre movidos por la curiosidad del saber, la gastronomía, la oferta
cultural, la diversión o un compendio de todo ello y, también ¿por qué no?, pertenecer a la “Champions League” de los
viajeros. Me explico, hay una corriente humana cuyo mayor placer en el viajar
no consiste en el viaje en sí mismo, sino en la “previa” (la preparación del
viaje, la supuesta ilusión por viajar) y el “regreso”, es decir, el placer de
contar con todo lujo de detalles el “inventario” de las “maravillosas” jornadas
vividas en el Congo Belga, por poner un ejemplo.
Llegados
a este punto, me asalta la duda, ¿somos turistas o viajeros? Identifico al
turista como aquel que va cámara en ristre, con sus mapas y sus guías en plan
Marathon Man con el objetivo de ver la mayor cantidad posible de sitios en el
menor espacio de tiempo. Dudo mucho que lo lleguen a apreciar en su verdadera
valía, es quizás mejor darle el sentido de placer al viaje, al dejarse llevar,
ir a ver algo en concreto, pero detenidamente, ahí se ve la diferencia con el
viajero.
El
turista acumula la mayor cantidad posible de experiencias distintas en un corto
espacio de tiempo, mientras que el viajero se deleita en algo muy determinado,
como el buen gourmet puede apreciar una buena comida.
Es
la mentalidad del cómo viajar lo que importa, se puede sacar más valor personal
a un pequeño gesto que a una gran historia. Quizás haya que plantearse que el
viaje que más valoraremos es aquél que menos planificamos, aquél que hacemos a
un sitio cercano, en este país que a tantos y tantos sitios se puede ir sin el
acelerador pisado a fondo. (JAE)